El 24 de marzo de este
año la poeta Miriam R. Krüger escribió una entrada titulada «El arte de leer un
libro» en el portal Muladar News en
donde se planteaba el siguiente problema: «si uno no tiene la costumbre de
leer, entonces ¿cómo hará para leer todos esos libros o artículos donde se
explica cómo crear el hábito de la lectura?» (ver: http://muladarnews.com/2013/03/el-arte-de-leer-un-libro/).
Me he animado a ofrecer
una respuesta a ello consultando con los especialistas del tema. Pero antes de
hacerlo habría que contestar a una pregunta previa: los que no leen sabiendo
hacerlo ¿nunca leen o leen lo que no les demanda mayor esfuerzo? Satisfacer esa
inquietud prácticamente absuelve la interrogante planteada por la poeta, como
se podrá comprobar en las líneas que siguen.
En
la presentación de su libro ¿Qué leen los
que no leen?, de Juan Domingo Argüelles, en el 2010, este señaló lo
siguiente: «se lee más de lo que se dice que se lee, el problema es que lo que
leen no está en las librerías sino en los puestos de periódicos», o en
internet, habría que añadir aquí.
Este
autor, además, propone diferenciar «entre los lectores intelectuales y los
lectores que leen lo que tienen a su alcance, dentro de su contexto social y
económico» (ver: http://www.conaculta.gob.mx/detalle-nota/?id=5174#.UarZhtKN6Hg).
Argüelles
no menciona el contexto digital, pero hay que hacerlo. En el artículo «El
futuro de la lectura», de Virginia Collera, publicado en el portal del diario El País, de España, se señala lo
siguiente: «Más de la mitad de los españoles lee ya en soporte digital, según
el informe Hábitos de lectura y compra de
libros en España 2011 (el 52,5% de la población, aunque solo el 6,8% lee
libros de esta manera)» (ver: http://cultura.elpais.com/cultura/2012/09/12/actualidad/1347445405_451371.html?rel=rosEP).
Lo
que reflejan las cifras sobre España permiten deducir que la mayoría de
lectores no lee libros, sino cualquier otro soporte digital (ordenadores,
teléfonos móviles, agendas electrónicas, tabletas, etc.). Tendencia que se está
extendiendo, o se va a extender, a la mayor parte del mundo, incluida nuestra
región, claro está.
Veamos
sino lo que informa Anahí Aradas en su nota «América Latina pisa cada vez más
fuerte en internet»: «En 2012 se llegó a los 2.400 millones de usuarios de
internet en el mundo y, de esta cantidad, un 10,6% corresponde a usuarios de
América Latina, poco más de 255 millones lo que supone una penetración de la
red en la región del 42,9%, según datos de Internet
World Stats, que recopila estadísticas sobre el uso de la web».
Al
respecto, cabe precisar que el país con mayor número de usuarios activos en
Facebook en nuestra región es Brasil, «cuyos internautas cuelgan una media de
85.962 comentarios cada 30 días» (ver: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/01/130117_tecnologia_internet_2012_aa.shtml). Sabemos que
quien escribe un texto también tiene que leerlo e interacciona con quien le
responde o a quien responde, así que allí hay un potencial lector de libros, si
es que no se deja pasar la oportunidad y se la aprovecha adecuadamente. Otros países latinoamericanos que figuran en
la lista de los diez países más adictos a Facebook son Colombia y México.
En
otra nota, esta vez de la BBC Mundo, titulada «Ocho cosas que no sabía sobre
internet en América Latina», se informa sobre el tipo de lectura que prefiere
el usuario de esta región: «La gran mayoría de internautas accede regularmente
a páginas de noticias. Los datos arrojan que el 85% de los internautas
latinoamericanos visitan regularmente sitios de noticias en internet, lo que
está por encima de la media global de 76,1%. Perú, Argentina y Chile fueron los
que más visitaron páginas de noticias en internet (94%). En menor grado lo
hicieron Venezuela (66,6%) y Puerto Rico (55,7%)» (ver: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/01/130117_tecnologia_internet_2012_aa.shtml).
Las
citas anteriores permiten demostrar que los que no leen (libros, se entiende)
sí leen (pero leen noticias, comentarios de Facebook u otra red social,
entradas de un blog, tuits, correo electrónico, Flipboard, diarios en línea, etc.).
Por
lo tanto, aunque discrepo en varios puntos de su artículo «Sobre la mitología
bienintencionada de la lectura. Tres apostillas al libro ¿Qué leen los que no leen?» (y también con una frase de la entrada
de la poeta, sobre los que hablaré en otro envío), coincido sí con Juan Domingo
Argüelles en la siguiente afirmación
que hace: «para educar la afición a
la lectura, nos parece adecuado pensar más en ‘buenas lecturas’ que en ‘buenos
libros’» (ver: http://132.248.242.3/~publica/archivos/libros/3er_seminario_lectura.pdf
).
Si
queremos que los no lectores lean libros, tenemos que respetar el tránsito de
un texto breve (una noticia, una entrada, comentarios, tuits, frases célebres,
un microrrelato, un poema, un chiste, un mito, una leyenda, etc., que sería la
primera etapa) a un libro (que sería la segunda etapa). Ese camino es posible
de darse. Tal vez no todos alcancen la segunda etapa, pero con que hayan
ingresado a la primera y lo disfruten ya es un gran avance.
Hasta
aquí ya hemos respondido la pregunta que
nos hemos planteado y la formulada por la poeta Miriam R. Krüger. Pero a fin de
dar mayor sustento a nuestra posición, vamos agregar dos testimonios que redundan,
tal vez, en demostrar que sí es posible que los que no leen libros lo terminen
haciendo.
En el primero de ellos,
quería mostrar con un ejemplo verificable que alguien que no lee libros sí
puede llegar a hacerlo e incluso convertirse en un gran lector y hasta promotor
de esta actividad. En el impreso Los
usuarios se rebelan, de Pedro Martínez Valera, el autor ofrece el siguiente
testimonio personal al respecto: «Nunca fui un asiduo usuario de las
bibliotecas, es más, desde mi época de colegial y cuando me obligaron a ir,
para mí era el peor castigo. Ingresar a un ambiente “mudo” y estrecho
contradecía mi espíritu extrovertido; sus encargados me hacían sentir como un
mendigo al cual le estaban haciendo un favor dándole –a veces– un solo libro.
Además yo no tenía la costumbre de leer, llegando al extremo que mi padre me daba
una propina por ‘ojear’ la página deportiva del diario “El Comercio”» (1991:
21).
Pedro se convirtió más
adelante en arquitecto, y en un gran
lector e incluso investigador del tema de la lectura: inició en 1986 una indagación
sobre cuál era la problemática de las bibliotecas públicas municipales de Lima Metropolitana,
‘devorando’ todo estudio que llegaba a sus manos sobre las actuales tendencias
(de aquel entonces) de la ciencia de la bibliotecología (1991: 22), e hizo
grandes revelaciones que contribuyeron en alguna medida a incorporar algunas
mejoras a los problemas que iba señalando en sus publicaciones periódicas en el
diario El Comercio (resolverlas no
estaba en sus manos, aunque sí ofrecía propuestas de solución), reunidas posteriormente en un libro.
En el segundo
testimonio, quería mostrar ya no el caso de un sujeto que no lee, sino el de varios contados por un
solo personaje. En su libro Cómo fomentar
la lectura en los niños, de Paul Kropp, este señala lo siguiente en la introducción: «Mi
búsqueda de soluciones al problema de la lectura comenzó hace dieciocho años,
el primer día que llegué a enseñar en una preparatoria vocacional de Hamilton,
Ontario. No me habían dado este nombramiento en particular a causa de mis años
en la universidad estudiando la poesía del siglo XVII, o porque amaba las obras
de Shakespeare. Me habían enviado a la Escuela Parkview porque mido más de un
metro ochenta y una vez tomé lucha como parte del programa de educación física
de la universidad.
»Mi misión era enseñar
“lectura” a muchachos adolescentes que no podían o no querían leer mucho de
nada. Significaba que me pasaba dos días por semana leyendo un cuento y
respondiendo preguntas en el pizarrón, un día con una ruidosa máquina que
proyectaba los cuentos sobre una pantalla, renglón por renglón, y dos días con
algunas novelas enmohecidas.
»Estaba luchando a
través de una de esas novelas con “los chicos” —en realidad, hombres jóvenes que
iban de los trece a los veinte años— cuando después de clase se me acercó un
estudiante al que llamaré Randy. Era la persona más pequeña del grupo, un chico
desmañado con grandes pecas y anteojos gruesos. Siempre hablaba en un susurro.
»Me explicó que ninguno
de ellos podía leer el libro, y los
que sí podían no querían hacerlo.
Agregó que todos ellos se preguntaban si yo podía buscar otra cosa, por
ejemplo, películas (el profesor anterior les mostraba un montón de películas).
»A mí no me pareció que
las películas fuesen la solución para los problemas de lectura de Randy o de
cualquier otro de esa clase. Lo que necesitaban eran algunos libros que pudieran leer y quisieran leer, libros que en esa época simplemente no existían.
»Así que me puse a
escribirlos yo mismo. Comencé por investigar todo lo que pude encontrar sobre
la lectura, las dificultades de la lectura, el desarrollo del vocabulario y las
áreas de interés del estudiante. Y controlaba constantemente con la clase de
Randy.
»—Aquí dice —les dije— que
los estudiantes de su nivel de edad están interesados en el béisbol y en los
caballos.
»Los muchachos se
miraron entre sí y sacudieron la cabeza.
»—Entonces, ¿en qué
están interesados? —pregunté.
»Se rieron: —En el
sexo, señor. ¡Estamos interesados en el sexo!
»Cuando finalmente
terminé mi primer libro, Consumido, los
muchachos se sintieron desilusionados porque no había mucho sexo. Pero había
mucha acción, y había personajes adolescentes que ellos podían comprender. Lo
que es más, había tomado toda mi investigación sobre dificultades para leer y
me había asegurado de que cada página del libro fuera suficientemente fácil
como para que Randy y los demás lo leyeran por su cuenta.
»Desde entonces, además
de escribir una cantidad de novelas sobre adultos jóvenes para adolescentes
comunes, he escrito y adaptado alrededor de cincuenta libros para chicos a los
que no les gusta mucho leer. A lo largo del proceso, los chicos me han enseñado
mucho acerca de la lectura y la
escritura, y acerca del tipo de libros que da resultado para ellos» (2002:
9-11).
Con este segundo
testimonio se demuestra que si los que no tienen la costumbre de leer no practican
esta actividad, no es necesariamente porque no quieran hacerlo, sino porque no
encuentran textos que se adecuen a sus gustos, intereses, necesidades y
competencias lectoras.
En conclusión, sí es
posible lograr que los que no leen lean textos breves de su interés y hasta
lean libros, y el mundo digital puede convertirse en una oportunidad para
fomentar esta actividad y constituirse en el puente entre una lectura de una,
dos o tres hojas y un libro. Ese debe ser el camino a seguir.
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Nota: La imagen al
inicio de esta entrada fue tomada de la siguiente dirección electrónica: http://es.paperblog.com/el-encanto-de-lo-breve-1705964/
Bibliografía
ARADAS,
Anahí. «América Latina pisa cada vez más fuerte en internet». BBC Mundo. Reino Unido, 18.01.2013. Consulta: 30 de mayo del
2013. <http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/01/130117_tecnologia_internet_2012_aa.shtml>
ARGÜELLES,
Juan Domingo. «Presentó Juan Domingo Argüelles el libro Qué leen los que no leen». Portal Conaculta. México, 10.06.2010. Consulta: 02 de junio del 2013. <http://www.conaculta.gob.mx/detalle-nota/?id=5174#.UarZhtKN6Hg>
ARGÜELLES,
Juan Domingo. «Sobre la mitología bienintencionada de la lectura. Tres
apostillas al libro ¿Qué leen los que no
leen?». En Tercer Seminario Lectura: Pasado, Presente y Futuro. ¿Extinción o
transfiguración del lector? México, 10.06.2010. Consulta: 02 de junio del
2013. <http://132.248.242.3/~publica/archivos/libros/3er_seminario_lectura.pdf
>
BBC Mundo. «Ocho cosas que no sabía
sobre internet en América Latina». BBC
Mundo. Reino Unido, 29.05.2013. Consulta: 30 de mayo del 2013. <http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/05/130528_tecnologia_uso_internet_america_latina_aa.shtml>
COLLERA, Virginia. «El futuro de la lectura». El País. España, 15.09.2012. Consulta: 22
de abril del 2013. <http://cultura.elpais.com/cultura/2012/09/12/actualidad/1347445405_451371.html?rel=rosEP>
KROPP, Paul. Cómo fomentar la lectura en los niños.
México: Selector, 2002.
KRÜGER, Miriam R. «El
arte de leer un libro». Muladar News, 24.03.2013.
Consulta: 23 de abril del 2013. <http://muladarnews.com/2013/03/el-arte-de-leer-un-libro/
>
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