domingo, 26 de abril de 2009

COMPRENSIÓN DE LECTURA

Para saber en qué consiste leer comprensivamente, me voy a remitir a lo expuesto sobre el tema por Juana Pinzás García en su libro Se aprende a leer leyendo. Ejercicios de com­prensión de lectura para los docentes y sus estudiantes.

Según Pinzás, existen dos tipos básicos de comprensión de lectura. El primero es la com­prensión literal: «significa entender la información que el texto presenta explí­citamente», esto es, «lo que el texto dice». Se puede verificar cuando el lector es capaz de responder a las preguntas: «qué, quién, dónde, cuándo, con quién, cómo, para qué, etc.» (2001: 9). Ejemplo: Don Quijote vivía en un lugar de la Mancha (responde a la pregunta: ¿dónde?).

El segundo es la comprensión inferencial: «se refiere a la elaboración de ideas o elementos que no están expresados explícitamente en el texto (…). Por ejemplo, [cuando el lector] llega a conclusiones o identifica la idea principal del texto». Esta «información implícita en el texto puede referirse a causas y conse­cuencias, semejanzas y diferencias, opiniones y hechos, conclusiones o corolarios, mensajes inferidos sobre características de los personajes y del ambiente, diferen­cias entre fantasía y realidad, etc.» (2001: 26). Ejemplo: El Quijote es una sátira contra las novelas de caballería (conclusión).

A estos dos, Pinzás agrega la metacognición en la lectura. Se trata de una serie de procedi­mientos para solucionar los problemas de comprensión. Consiste en la «capacidad que tiene todo aprendiz para guiar su propio pensamiento mientras lee, corrigiendo errores de interpretación y comprendiendo de manera más fluida y eficiente».

Se manifiesta de dos maneras. Cuando el lector «trata de entender lo que lee… manteniéndose alerta al momento en el que deja de entender». Y cuando el lector, al no entender, «se detiene, y lleva a cabo alguna acción de reparación para aclarar lo que no ha entendido. Esto le permite solucionar su problema de comprensión y seguir su lectura fluidamente y sin confusiones» (2001: 41). Un ejemplo de ello lo encontré en la segunda oración con que se inicia el Quijote: «Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, y algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda» (1974: 45). En donde la expresión «duelos y quebrantos» puede entenderse como que, en esa relación de alimentos que consume don Quijote en determinados días de la semana, el sábado no tenía qué comer y solo le quedaba dolerse y lamentarse, pero no es así. En la edición que dispongo, Antonio Paluzie Borrell hace una anotación a pie de página en donde aclara que tal expresión significa: «Fritada de huevos con grosura de animales» (Ibíd.). Es decir, los sábados don Quijote no se quedaba sin comer.

Pero además, una lectura metacognitiva te permite per­catarte de errores que pueda contener el texto, que son de dos tipos. El que «pro­pone algo opuesto o distinto a lo que el alumno cree o sabe», por ejemplo: un gato que ladra. Y el que tiene que ver con la relación de las partes del texto entre sí. Puede suceder que el segundo párrafo contradiga al primero, o que una frase diga lo opuesto a otra, etc.» (2001: 42). Un ejemplo de esto último se puede ver en el capítulo VII de la Primera Parte de la novela de Cervantes, en donde el narrador emplea dos nombres distintos para referirse a la esposa de Sancho:

«—De esta manera —respondió Sancho Panza—, si yo fuese rey por algún milagro de los que vuestra merced dice, por lo menos Juana Gutiérrez, mi oíslo, vendría a ser reina y mis hijos infantes.
»—¿Pues quién lo duda? —respondió don Quijote.
»—Yo lo dudo —replicó Sancho Panza—, porque tengo para mí, que aunque lloviese Dios reinos sobre la tierra, ninguno asentaría bien sobre la cabeza de Mari Gutiérrez. Sepa, señor, que no vale dos maravedís para reina; condesa le caerá mejor, y aun Dios y ayuda»* (1974: 81).

Este error puede llamar a confusión a un lector novato, si no advierte, o si no se lo advierten, que se trata de la misma persona.

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* Las negritas son mías. En el capítulo IV del libro Lingüística e historia literaria, de Leo Spitzer, se habla de la «inestabilidad y variedad de los nombres dados a algunos personajes» en el Quijote. Allí se menciona el pasaje que cito, además de otros en donde el nombre de la esposa de Sancho también varía a «Teresa Cascajo», «Teresa Panza», «Teresa Sancho», etc. (1975: 140). Spitzer ofrece una interpretación muy informada y lúcida de por qué se daría esta variación en la novela de Cervantes, los remito a él si desean saber más sobre el asunto.


Nota: El cuadro «Don Quijote» pertenece al pintor francés Honoré Daumier (1808-1879). Tomado del fascículo N.° 14 de la Enciclopedia Hyspamérica de la Lengua y la Literatura. Buenos Aires: Hyspamérica Ediciones Argentina, 1986, p. 105.


Bibliografía

CERVANTES SAAVEDRA, Miguel de. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Barcelona: Editorial Ramón Sopena, 1974.

PINZÁS GARCÍA, Juana. Se aprende a leer leyendo. Ejercicios de com­prensión de lectura para los docentes y sus estudiantes. Lima: Tarea, 2001.

SPITZER, Leo. Lingüística e historia literaria. Madrid: Gredos, 1961.