miércoles, 28 de marzo de 2018

NARRACIÓN ORAL Y NARRACIÓN ESCRITA III



Predominio de la acción

En la novela popular, el predominio de la acción responde al modelo impuesto por Aristóteles: «una fábula» («imitación de una acción») con una «intriga» y una «secuencia discursiva».
Eco explica el funcionamiento de este recurso de la siguiente manera:
… Aristóteles […] era perfectamente consciente de que los parámetros que hacen aceptable o no una intriga no radican en la propia intriga, sino en el sistema de opiniones que regulan la vida social. Para resultar aceptable, la intriga debe ser, pues, verosímil, y lo verosímil no es sino la conformidad con un sistema de expectativas compartido habitualmente por el público… (1995: 14).
Lo que ocurre, en cambio, en la narrativa popular oral, ha sido estudiado por Vladimir Propp. Si bien es cierto que hay un predominio de la acción, esta no se desarrolla de idéntica forma que en la novela popular. Propp, en su investigación, observa lo siguiente: «… lo que cambia son los nombres […] de los personajes; lo que no cambia son sus acciones, o sus funciones. Se puede sacar la conclusión de que el cuento atribuye a menudo las mismas acciones a personajes diferentes…» (1971: 32).
Una serie de funciones determinadas es lo que establece una secuencia. Y «cada secuencia por tanto puede existir separadamente pero la reunión de dos secuencias es la única que da un cuento completamente acabado» (1971: 120).
Esto coincide con la que señala Walter J. Ong al respecto: «en una cultura oral un narrador organizaba normal y naturalmente su material en secciones episódicas» (1993: 145). Ong precisa luego:
… No debemos olvidar que la estructura episódica era la manera natural de relatar una línea narrativa extensa, aunque solo fuera porque la experiencia en la vida real se parece más a una serie de episodios que a una pirámide de Freytag* (1993: 145).
Y dentro de la serie de episodios [o secuencias, como lo denomina Propp] que suceden, el elemento unificador sería el héroe: «Un fantasma de este mundo, cuya presencia resultaba muy común, era el héroe errante; y sus viajes servían para unir los episodios» (1993: 146).
Si predomina la acción en estos cuentos es porque, además de lo ya señalado, hay una imposibilidad de optar por una variante: que en este caso podría ser el desarrollo de personajes redondos, puesto que para poder aspirar a ello necesariamente el narrador tendría que conocer la escritura. Esto lo veremos más detalladamente a continuación.

El abandono de la psicología en los personajes

En la novela popular, «la fábula, el trazado de los caracteres —esto es la psicología— y el propio lenguaje —el estilo, la escritura— son totalmente accesorios» (Eco 1995: 14).
Esto se debe a que es sobre la base del desarrollo de la intriga que se busca captar el interés del lector, de allí que no resulte pertinente dotar de mayor densidad psicológica al personaje, ya que tal medida distraería al lector del desarrollo de la acción, y, por consiguiente, la novela perdería su efecto. Tampoco resulta útil el empleo de un lenguaje rebuscado y alambicado porque obstaculiza la lectura fluida.
En la narrativa popular oral, no hay igualmente un desarrollo de la psicología del personaje. Esto no se debería a un acto deliberado, como en el caso de la novela popular, sino a que la «narración oral primaria […] no puede ofrecer personajes de otro tipo» (Ong 1993: 148).
Conforme el discurso avanza en el tiempo de la oralidad primaria a un control caligráfico y tipográfico cada vez mayor hasta llegar posteriormente a la etapa de la narración escrita propiamente, el personaje plano, «pesado»… cede ante figuras que se vuelven más y más «redondas». «La complejidad de las motivaciones y el desarrollo psicológico interno con el paso del tiempo hacen que el personaje redondo parezca una “persona real”» (Ong 1993: 148).
Al respecto, es bueno recordar, como lo hace Walter J. Ong, que fue el «mundo de lo impreso» el que «engendró la novela» (1993: 45), y que «por contraste con el habla natural, oral, la escritura es completamente artificial. No hay manera de escribir “naturalmente”» (1993: 84).
Por lo señalado, un personaje como Raskólnikov, creado por Dostoievski en su novela Crimen y castigo, no podría haberse creado antes de la aparición de la imprenta, por consiguiente, resulta ajeno a la tradición narrativa oral.  
Lo sostenido hasta aquí baste para demostrar que no se pueden establecer juicios de valor a partir de comparaciones o semejanzas entre dos modos distintos de concebir el relato (como lo hizo Eco): proveniente el primero de la tradición narrativa oral, y el segundo, de la tradición narrativa escrita. Y no se puede, por tanto, cometer el error de asumir los presupuestos de una tradición para juzgar a la otra.
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* La pirámide de Freytag es un método ideado por el escritor y crítico alemán Gustav Freytag, y expuesto en su libro Die Technik des Dramas (1863). Tiene la forma de una pirámide (de allí su nombre) constituida de las siguientes partes: exposición, acción ascendente, clímax, acción descendente y desenlace (véase: https://goo.gl/vKuc1W).  
Nota: La foto de Vladimir Propp, al inicio de esta entrada, fue tomada de la siguiente dirección electrónica: https://goo.gl/Bdsbs1


Bibliografía

ECO, Umberto. El superhombre de masas. Barcelona, España: Editorial Lumen, 1995.
ONG, Walter J. Oralidad y escritura. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica (Argentina), 1993.
PROPP, Vladimir. Morfología del cuento. 2.a ed. Madrid, España: Editorial Fundamentos, 1971.  Consultado el 25 de marzo del 2018 en https://goo.gl/f3xs97