martes, 30 de enero de 2018

NARRACIÓN ORAL Y NARRACIÓN ESCRITA I


Este es otro artículo que recupero para mi blog de mi paso por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (la primera fue «La noción de individuo en una novela de Milan Kundera» del 28/06/2009, ver: https://goo.gl/btkN4M).

El presente trabajo surge a raíz de un comentario de Umberto Eco acerca de la novela popular que aparece en el primer capítulo titulado «Las lágrimas del corsario negro» de su libro El superhombre de masas:
A partir de ahí la novela popular pondría en movimiento numerosos artificios que ya han dado lugar a un inventario y que podrían dar lugar a todo un sistema. Este tipo de novela constituye una combinatoria de lugares comunes articulados entre sí conforme a una tradición que tiene mucho de ancestral (recuérdense las enseñanzas de Propp) y de específico… (1995: 18).
 En tal fragmento se vincula uno de los artificios empleados por la novela popular escrita con la narrativa popular transmitida oralmente. Es decir, para Eco, los «lugares comunes» que halla en la novela popular responden a una tradición establecida precisamente por la narrativa popular oral.
Lo que intentaremos a continuación es demostrar que si bien ambos tipos de discurso pueden emplear con frecuencia los mismos artificios, estos cumplen una función distinta en sus respectivos ámbitos. Y esto se debería a una razón fundamental: mientras la novela popular de la que habla Eco pertenece a una tradición escrita; la narrativa popular estudiada por Vladimir Propp pertenece a una tradición oral.
Son estas distintas tradiciones las que estarían determinando, pues, los cambios de función de los «recursos», tanto en uno como en otro tipo de discurso.
Habría que decir entonces (y en este punto me apoyo en Walter J. Ong) que tanto la oralidad como la escritura establecen formas de pensamiento distinto: no piensa igual un hombre perteneciente a una cultura oral que otro perteneciente a la cultura escrita. Veamos una pequeña muestra de lo sostenido por Walter J. Ong para tener una mejor idea de lo referido:
En The Greek Concept of Justice: From Its Shadow in Homer to Its Substance in Plato (1978a), Havelock analiza el movimiento que la obra de Platón llevó a su culminación. Nada de la concentración analítica de Platón sobre un concepto abstracto de la justicia puede hallarse en ninguna de las culturas meramente orales en que se conocen… (1993: 106).
Y si las formas de pensamiento de ambas difieren, obviamente también diferirán sus expectativas respecto a los productos culturales que cada una de ellas elaboren. Para los fines de esta indagación, sería recomendable entonces empezar por conocer el fin que persigue (en términos generales) tanto la novela popular escrita como la narración popular oral.
Según Walter J. Ong, «las culturas orales… utilizan historias de acción humana para guardar, organizar y comunicar mucho de lo que saben». Este tipo de producción entonces… «es capaz de reunir una gran cantidad de conocimientos populares en manifestaciones relativamente sustanciales y extensas que resultan razonablemente perdurables» (1993: 138).
Queda claro entonces que la narrativa popular oral se emplea como almacén de saberes acumulados por una determinada cultura para asegurar su conservación, ese sería entonces su fin.
La novela popular escrita, en cambio, persigue un fin «único» y distinto, el cual consiste en «proporcionar al lector el placer regresivo de la vuelta a lo esperado». Es decir, se busca principalmente el «placer» del lector a través de la vuelta a «lo ya conocido» (Eco 1995: 18).
Se trata, como podemos comprobar, de dos fines distintos para cada uno de estos dos discursos provenientes de dos tradiciones diferenciadas. Estos fines, a su vez, están condicionados de alguna manera por la naturaleza misma de los modos de transmisión que cada uno de ellos emplean.
La narrativa popular oral se difunde por medio de la voz de un narrador. Este, al estar inserto en una tradición, no hace más que recordar lo que ya escuchó (salvo improvisaciones esporádicas para cubrir alguna laguna de la memoria), de allí que su historia esté sujeta a las posibles limitaciones del narrador oral en su capacidad para evocar el pasado. El recuerdo siempre se ubica en un tiempo pasado, de allí que todo producto oral, al ser difundido, se convierte en una rememoración, y la rememoración fomenta el recuerdo, la perduración.
La novela popular se difunde, en cambio, por medio de la imprenta, más precisamente por «la prensa popular fundada por Girardin».  Puesto que a lo que llama Eco «novela popular», «nace y se afirma en Francia cuando Émile de Girardin funda en 1833  Le musée des familles». Aunque también precisa lo siguiente al respecto:
Claro que podríamos hablar de novela popular a propósito de una rama narrativa anglosajona más antigua, aquella que desde la Clarisa de Richardson o las novelas de Fielding o Defoe, pasando por las obras maestras de la gothic novel llega hasta Dickens. Supone, en efecto, la aparición de una narrativa para la burguesía, influenciada entre otros motivos por el hecho de que las mujeres empiezan a convertirse en compradoras de la mercancía novelesca.
Pero lo que caracteriza a la novela popular francesa de la época a la que nos referimos son varios factores concomitantes: la prensa popular fundada por Girardin llega incluso a los estratos más humildes de la población y, como es bien sabido, durante el tiempo en que fueron apareciendo por entregas Los misterios de París hasta los analfabetos se daban cita en las porterías para que les leyeran los sucesivos episodios. Estamos ante el nacimiento de un nuevo público, al cual y sobre el cual habla la narrativa popular. La plebe, las clases subalternas, empiezan a convertirse en objeto del relato… (1995: 88).
Al ser la prensa una industria comercial, introduce a la novela popular dentro de su circuito, de allí que esta tenga necesidad de hablar «del pueblo para poder vender al pueblo» (Eco 1995: 88). 
Habiendo, pues, señalado algunos apuntes esenciales respecto a la diferencia que entraña el rumbo de cada uno de estos discursos, podemos recién pasar a revisar (en la siguiente entrada) algunos «recursos» que emplean cada uno de ellos, señalando la función distinta que cumplen dentro de cada tradición (la oral y la escrita).
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Nota: La foto de Umberto Eco, al inicio de esta entrada, fue tomada de la siguiente dirección electrónica: https://goo.gl/TrcNqM


Bibliografía

ECO, Umberto. El superhombre de masas. Barcelona, España: Editorial Lumen, 1995.
ONG, Walter J. Oralidad y escritura. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica (Argentina), 1993.
PROPP, Vladimir. Morfología del cuento. Madrid, España: Editorial Fundamentos, 1971.  
ROMÁN ENCINAS, Marco Antonio. «La noción de individuo en una novela de Kundera». En blog El Arte de Leer, 28 de junio del 2009. Consultado el 29 de enero del 2018 en https://goo.gl/btkN4M