Este
es otro artículo que recupero para mi blog de mi paso por la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos (la primera fue «La noción de
individuo en una novela de Milan Kundera» del 28/06/2009, ver: https://goo.gl/btkN4M).
El
presente trabajo surge a raíz de un comentario de Umberto Eco acerca de la
novela popular que aparece en el primer capítulo titulado «Las lágrimas del
corsario negro» de su libro El
superhombre de masas:
A partir de ahí la novela popular
pondría en movimiento numerosos artificios que ya han dado lugar a un
inventario y que podrían dar lugar a todo un sistema. Este tipo de novela
constituye una combinatoria de lugares comunes articulados entre sí conforme a
una tradición que tiene mucho de ancestral (recuérdense las enseñanzas de
Propp) y de específico… (1995: 18).
En tal fragmento se vincula uno de los
artificios empleados por la novela popular escrita con la narrativa popular
transmitida oralmente. Es decir, para Eco, los «lugares comunes» que halla en
la novela popular responden a una tradición establecida precisamente por la
narrativa popular oral.
Lo
que intentaremos a continuación es demostrar que si bien ambos tipos de
discurso pueden emplear con frecuencia los mismos artificios, estos cumplen una
función distinta en sus respectivos ámbitos. Y esto se debería a una razón
fundamental: mientras la novela popular de la que habla Eco pertenece a una
tradición escrita; la narrativa popular estudiada por Vladimir Propp pertenece
a una tradición oral.
Son
estas distintas tradiciones las que estarían determinando, pues, los cambios de
función de los «recursos», tanto en uno como en otro tipo de discurso.
Habría
que decir entonces (y en este punto me apoyo en Walter J. Ong) que tanto la
oralidad como la escritura establecen formas de pensamiento distinto: no piensa
igual un hombre perteneciente a una cultura oral que otro perteneciente a la
cultura escrita. Veamos una pequeña muestra de lo sostenido por Walter J. Ong para
tener una mejor idea de lo referido:
En The Greek Concept of Justice: From Its Shadow in Homer to Its Substance
in Plato (1978a), Havelock analiza el movimiento que la obra de Platón
llevó a su culminación. Nada de la concentración analítica de Platón sobre un
concepto abstracto de la justicia puede hallarse en ninguna de las culturas
meramente orales en que se conocen… (1993: 106).
Y
si las formas de pensamiento de ambas difieren, obviamente también diferirán
sus expectativas respecto a los productos culturales que cada una de ellas
elaboren. Para los fines de esta indagación, sería recomendable entonces
empezar por conocer el fin que persigue (en términos generales) tanto la novela
popular escrita como la narración popular oral.
Según
Walter J. Ong, «las culturas orales… utilizan historias de acción humana para
guardar, organizar y comunicar mucho de lo que saben». Este tipo de producción
entonces… «es capaz de reunir una gran cantidad de conocimientos populares en
manifestaciones relativamente sustanciales y extensas que resultan
razonablemente perdurables» (1993: 138).
Queda
claro entonces que la narrativa popular oral se emplea como almacén de saberes
acumulados por una determinada cultura para asegurar su conservación, ese sería
entonces su fin.
La
novela popular escrita, en cambio, persigue un fin «único» y distinto, el cual
consiste en «proporcionar al lector el placer regresivo de la vuelta a lo
esperado». Es decir, se busca principalmente el «placer» del lector a través de
la vuelta a «lo ya conocido» (Eco 1995: 18).
Se
trata, como podemos comprobar, de dos fines distintos para cada uno de estos
dos discursos provenientes de dos tradiciones diferenciadas. Estos fines, a su
vez, están condicionados de alguna manera por la naturaleza misma de los modos
de transmisión que cada uno de ellos emplean.
La
narrativa popular oral se difunde por medio de la voz de un narrador. Este, al
estar inserto en una tradición, no hace más que recordar lo que ya escuchó (salvo
improvisaciones esporádicas para cubrir alguna laguna de la memoria), de allí
que su historia esté sujeta a las posibles limitaciones del narrador oral en su
capacidad para evocar el pasado. El recuerdo siempre se ubica en un tiempo
pasado, de allí que todo producto oral, al ser difundido, se convierte en una
rememoración, y la rememoración fomenta el recuerdo, la perduración.
La
novela popular se difunde, en cambio, por medio de la imprenta, más
precisamente por «la prensa popular fundada por Girardin». Puesto que a lo que llama Eco «novela popular»,
«nace y se afirma en Francia cuando Émile de Girardin funda en 1833 Le musée des familles». Aunque también
precisa lo siguiente al respecto:
Claro que podríamos hablar de
novela popular a propósito de una rama narrativa anglosajona más antigua,
aquella que desde la Clarisa de
Richardson o las novelas de Fielding o Defoe, pasando por las obras maestras de
la gothic novel llega hasta Dickens.
Supone, en efecto, la aparición de una narrativa para la burguesía,
influenciada entre otros motivos por el hecho de que las mujeres empiezan a
convertirse en compradoras de la mercancía novelesca.
Pero lo que caracteriza a la
novela popular francesa de la época a la que nos referimos son varios factores
concomitantes: la prensa popular fundada por Girardin llega incluso a los
estratos más humildes de la población y, como es bien sabido, durante el tiempo
en que fueron apareciendo por entregas Los
misterios de París hasta los analfabetos se daban cita en las porterías
para que les leyeran los sucesivos episodios. Estamos ante el nacimiento de un
nuevo público, al cual y sobre el cual habla
la narrativa popular. La plebe, las clases subalternas, empiezan a convertirse
en objeto del relato… (1995: 88).
Al
ser la prensa una industria comercial, introduce a la novela popular dentro de
su circuito, de allí que esta tenga necesidad de hablar «del pueblo para poder
vender al pueblo» (Eco 1995: 88).
Habiendo,
pues, señalado algunos apuntes esenciales respecto a la diferencia que entraña
el rumbo de cada uno de estos discursos, podemos recién pasar a revisar (en la
siguiente entrada) algunos «recursos» que emplean cada uno de ellos, señalando
la función distinta que cumplen dentro de cada tradición (la oral y la escrita).
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esta entrada ha sido de tu agrado o te ha sido útil, compártela con tus seres
queridos.
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Nota: La foto de Umberto Eco, al inicio de esta entrada,
fue tomada de la siguiente dirección electrónica: https://goo.gl/TrcNqM
Bibliografía
ECO, Umberto. El superhombre de masas. Barcelona,
España: Editorial Lumen, 1995.
ONG, Walter J. Oralidad y escritura. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica
(Argentina), 1993.
PROPP, Vladimir. Morfología del cuento. Madrid, España:
Editorial Fundamentos, 1971.
ROMÁN ENCINAS, Marco Antonio. «La
noción de individuo en una novela de Kundera». En blog El Arte de Leer, 28 de junio del 2009. Consultado
el 29 de enero del 2018 en https://goo.gl/btkN4M