domingo, 24 de mayo de 2009

APRENDIENDO A LEER COMPRENSIVAMENTE: TESTIMONIO


La gente pensante suele hablar de sus libros y autores favoritos, pero pocas veces se detienen a informar acerca de cómo leen o a explicar cómo aprendieron a leer. Más difícil aún es encontrar a alguien que hable de manera abierta y franca sobre esa etapa y de cómo accedió a la fase de la comprensión lectora. Por ello, el testimonio que les presento a continuación es muy valioso, pues se trata de un relato sincero y pormenorizado de la experiencia personal de un hombre en este tema.

El texto lo he tomado del libro Cómo enseñar a leer, de Michael Pressley: «Aunque la lectura, en el sentido de descodificación, me fue bien durante el primer grado y los siguientes, a la hora de comprender lo que leía hice menos progresos. Por ejemplo, en el primer año de secundaria, la estrategia que aplicaba a los deberes de lectura era la de leerlos una y otra vez, una técnica que ahora sé que aplican muchos estudiantes, incluyendo a los de institutos de elite (Cordon y Day, 1996). Pero ésa es una técnica que exige mucho tiempo y arroja pocos resultados. Como consecuencia, a medida que avanzaba curso tras curso, empecé a sentirme muy nervioso al pensar en la escuela, las notas y los exámenes. Por ejemplo, el primer año en el instituto, en la sección de inglés, me pidieron que leyera un libro por semana, en el college preparatorio donde estudiaba. Cada semana leía un libro, pero siempre con el miedo de que podría confundirlos en un momento dado, porque tenía dificultades para comprender y recordar buena parte de lo que sucedía en ellos.

»Durante los cursos como junior high y senior high, y mediante la técnica EPL2R (examinar, preguntar, leer, recitar, repasar), me vi expuesto a ciertas estrategias para mejorar mi comprensión de los textos (Robinson, 1961); es un enfoque que requiere, antes que nada, hojear un texto. Luego se formulan preguntas sobre el libro que se basan en el título, los encabezamientos de cada capítulo y las ilustraciones. El siguiente paso es leerlo, recitarlo y repasarlo. Parecía difícil, y lo cierto es que no mejoró gran cosa mi comprensión ni mi memoria. Incluso entonces ya sabía que tenían que existir estrategias mejores (…).

»En el instituto aprendí el valor de los conocimientos previos. Mi primer año en la Universidad de Northwestern me supuso una tremenda carga. No tenía ninguna esperanza de seguir el ritmo de muchos de mis compañeros de clase en algunas de las materias que estudiaba, porque ellos tenían un trasfondo de conocimientos más solido que el mío. De todas maneras, los del «club del conocimiento previo» no me excluyeron del todo, porque gracias a algunas enriquecedoras oportunidades que tuve en el instituto, yo dominaba bastante la química, de modo que la química para principiantes me resultaba mucho más sencilla que al resto. Al final del primer año, comprendía ya muy bien que el conocimiento acumulado en años anteriores era vital para comprender y leer textos, tanto en los casos en que yo estaba en desventaja respecto a los demás como cuando mis conocimientos previos me concedían cierta ventaja sobre ellos. (…).

»En el colegio universitario empecé a usar técnicas de lectura y de estudio con mucha frecuencia, en especial adoptando las de otros compañeros de clase. En mis últimos años de carrera, iba bien encaminado para convertirme en un lector estratégico. Sin embargo, me costó bastante llegar al nivel de estrategia que ahora evidencio en mis lecturas. Soy de edad madura, y ahora soy capaz de leer libros a gran velocidad, siempre que traten de materias sobre las que tengo un abundante conocimiento previo. He aprendido a hojear libros, a discriminar apartados, para evitar leer detalladamente capítulos o secciones de texto que hablan de cosas que ya domino. Intento relacionar lo que leo con mis conocimientos y creencias anteriores, buscando explícitamente puntos de similitud y diferencia con otros conceptos que he ido descubriendo. Pongo especial atención, leyéndolas cuidadosamente, en aquellas secciones de libros que creo que me pueden ser útiles en el futuro, secciones que deseo comprender bien y recordar. Estoy en la mitad de mi vida y de mi carrera profesional, y soy un lector hábil, capaz de transmitir con confianza las ideas que encuentra (sic) en los libros. Como profesional que estudia el proceso de la lectura, también he llegado a comprender que una lectura excepcionalmente estratégica es un fenómeno muy poco frecuente en los estudiantes universitarios, y que requiere bastantes años de experiencia como lector para desarrollarse» (1999: 12 y 13).


Si no conoces a este autor, aquí te ofrezco algunos datos acerca de sus logros como profesional: Michael Pressley (1951-2006) fue profesor de Psicología en la Universidad de Notre Dame, Indiana, EE.UU. Estuvo antes vinculado al Journal of Reading Behaviour y fue después editor de la revista Journal of Educational Psychology. Publicó más de 250 artículos, capítulos, y libros, incluido Reading Instruction That Works [cuya versión castellana es la que citamos en la bibliografía]. Su trabajo sobre la alfabetización mereció importantes premios de investigación por la International Reading Association [Asociación Internacional de Lectura] y la American Educational Research Association [Asociación Americana de Investigación en Educación]. Por ultimo, fue asesor de varios estados y distritos en la implementación de programas federales de lectura.


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Nota: La imagen que encabeza el post es una reproducción del óleo «Una joven leyendo», del pintor francés Pierre-Auguste Renoir (1841-1919). Tomado de la siguiente dirección electrónica: http://www.reprodart.com/a/pierre-auguste-renoir/una-joven-leyendo.html



Bibliografía

PRESSLEY, Michael. Cómo aprender a leer. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, 1999.