jueves, 4 de agosto de 2011

CÓMO LEE UN HISTORIADOR DE LA LITERATURA HISPANOAMERICANA


En el prólogo a la tercera edición de su libro Historia de la literatura hispanoamericana, Enrique Anderson Imbert ofrece algunos detalles acerca de cómo escribió su obra. Al mismo tiempo, nos revela cómo hacía para leer la ingente cantidad de material que implicaba su empresa.

Su testimonio ayuda a derribar algunos mitos en torno a la escritura y lectura que circulan entre los lectores novicios, como aquel de suponer que un libro publicado ya es un texto definitivo, que no necesita de correcciones, agregados o supresiones; o aquel otro de creer que por ser un lector experto uno puede leer todos los libros que desee o necesite leer. Ya en los años sesenta, cuando aún no existía Internet (que ha ayudado a multiplicar las fuentes), Anderson Imbert admitía no haber posado sus ojos en todas las obras literarias de las que trata en su estudio.

Dejemos que él mismo nos lo cuente: «Un historiador de la literatura no puede leer todos los libros —no alcanzaría una vida para hacerlo— pero tampoco puede limitarse a comentar sólo los libros que ha leído —si lo hiciera no mostraría un proceso histórico sino su autobiografía de lector—. Para ofrecer un panorama completo de lo que se ha escrito durante cuatrocientos años en un continente ahora dividido en diecinueve repúblicas hispánicas, por fuerza ha de echar mano de datos y juicios ajenos. Hay varias maneras de llevar adelante esta tremenda empresa informativa. Una, la más seria desde el punto de vista científico, pero la menos eficaz desde el punto de vista de un manual, es interrumpir a cada paso la exposición con referencias bibliográficas, notas al pie de página, citas dentro del texto, apéndices y cuidadosos reconocimiento (sic) a los centenares de colegas cuya labor se aprovecha y se refunde. Otra manera, la que arriesgadamente he seguido, es erigirse en una especie de secretario de redacción de una fantasmal sociedad anónima de hispanoamericanistas y volcar en un fluido relato todo lo que sabemos entre todos (…). Arte compositivo. Así, páginas que se basan en un conocimiento directo de los textos van mezcladas —y a veces integradas— con otras que, indirectamente, resumen estudios desparramados (…) hay, pues, un manejo de historias de conjunto, de monografías parciales, de artículos de circunstancia, de reseñas periodísticas. Más: a veces consulté por carta a críticos de diferentes partes, y sus respuestas entraron en la construcción sistemática de esta gran síntesis. Al viajar por nuestros países me acerqué a los grupos literarios y, lápiz en mano, tomé apuntes que luego utilicé (…). Mi voluntad ha sido rendir un servicio público: juntar lo disperso, clasificar el fárrago, iluminar con una única luz los rincones oscuros de una América rota por dentro y, por tanto, desconocida, poner en manos del lector una Suma (…). He trabajado, pues, un poco como arquitecto y un poco como albañil. No hay ni una sola cita, aunque siga de cerca a otros críticos. Tampoco cito mis propias contribuciones, de más aparato erudito y académico, que he publicado por separado: en esas contribuciones analizo con rigor el estilo de los textos; acá, en la Historia, refundo a veces lo que no he analizado directamente. Con todo, no exagerar. Esta Historia es personal en su concepción, en su ordenamiento y en gran parte de sus comentarios. Edición tras edición voy corrigiéndola: si la prisa me obligó a llenar un hueco con un retazo extraño, en cuanto puedo lo sustituyo con un examen propio, más reposado y sólido. Mi Historia es provisional: alguna vez será definitiva. A medida que tomo posesión directa de la materia, la Historia se va haciendo más y más personal. Escrita con una perspectiva abierta, crece junto con mi conocimiento. En esta tercera edición he reajustado los materiales y ampliado considerablemente los juicios. Todo esto ha exigido una división en dos volúmenes, que esperamos sean acogidos con el mismo favor de antes» (1967: 13-15).


___________________

Nota: La imagen que encabeza el texto fue elaborada por Marco Antonio Román Encinas.



Bibliografía


ANDERSON IMBERT, Enrique. Historia de la literatura hispanoamericana. México: Fondo de Cultura Económica, 1967, 2 vols.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario