miércoles, 12 de marzo de 2025

CINCO VERSIONES DE UN INCIDENTE ENTRE GEORGETTE VALLEJO Y GERARDO DIEGO II

En esta segunda parte de este artículo, veremos las restantes versiones que quedaron pendientes de mencionar y citar. La tercera versión aparece en el libro de memorias El pez en el agua, de Mario Vargas Llosa, en donde se señala lo siguiente al respecto: 

…André Coyné tradujo «El desafío» al francés, pero fue Georgette Vallejo la que revisó y pulió la traducción, trabajando conmigo. Yo conocía a la viuda de César Vallejo porque iba con frecuencia a visitar a Porras, pero sólo en esos días, ayudándola en la traducción, en su departamento de la calle Dos de Mayo, nos hicimos amigos. Podía ser una persona fascinante, cuando contaba anécdotas de escritores famosos que había conocido, aunque ellas estaban siempre lastradas de una pasión recóndita. Todos los estudiosos vallejianos solían convertirse en sus enemigos mortales. Los detestaba, como si por acercarse a Vallejo le quitaran algo. Era menuda y filiforme como un faquir y de carácter temible. En una célebre conferencia en San Marcos, en la que el delicado poeta Gerardo Diego contó bromeando que Vallejo se había muerto debiéndole unas pesetas, la sombra de la ilustre viuda se irguió en el auditorio y volaron monedas sobre el público, en dirección al conferencista, a la vez que atronaba el aire la exclamación: «¡Vallejo siempre pagaba sus deudas, miserable!» (1993: 233 y 234).

La cuarta versión está registrada en el artículo «En el nombre de Vallejo», de Enrique Sánchez Hernani, publicado en Letras.s5, página chilena dirigida por Luis Martínez S.  Sánchez Hernani, citando el libro Georgette Vallejo al fin de la batalla, de Miguel Pachas Almeyda, refiere lo siguiente:

En 1964 cobra su segunda víctima. El poeta Gerardo Diego llega a Lima y lee unas cartas del vate peruano donde este confiesa que le debe un dinero. Georgette, en primera fila del auditorio, en la Universidad de San Marcos, le lanza un grito feroz y se retira llorando, gesto que algunos aplauden y otros pifian. La Cámara de Diputados debatió, a raíz del hecho, una moción para expulsar a Diego ante el agravio a Vallejo, que no prosperó (2008, párr. 4, véase: https://tinyurl.com/3emfu3fz).

La quinta versión la ofrece el crítico literario peruano Julio Ortega en la conferencia titulada «César Vallejo en tiempos de penuria», que forma parte del Programa de Literatura Peruana organizada por la Biblioteca Nacional del Perú, y que fue colgada en su canal de YouTube el 30 de julio del 2020. Cito:

Estuvo un poeta español, muy mayor, que pasó por Lima, y dio [sic] una lectura, una charla en San Marcos. Y este hombre había escrito o contado que le había prestado dinero a Vallejo. Vallejo se prestaba dinero, pero era una costumbre de la época. El que tenía algo prestaba al otro, etc. Y este poeta, el español, contó que le había prestado dinero a Vallejo, y Georgette estaba allí. Y ella metió su mano en su cartera y agarró un puñado de monedas y se las tiró al pobre poeta. Fue una humillación brutal. O sea que era extraordinariamente radical, violenta en su defensa de la imagen del poeta. Y además no tiene nada de malo, en esa época todo el mundo se prestaba dinero porque a todo el mundo le faltaba dinero. El único modo era prestarse. Y este poeta tenía dinero y le prestó. Y cometió, digamos, el error de tacto de contarlo, pero la sanción que recibió fue brutal (véase a partir del minuto 23:35: https://tinyurl.com/2p6zudup).  

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Nota: La foto, al inicio de esta entrada, fue tomado de la siguiente dirección electrónica: https://tinyurl.com/3t8cvfbw 



Bibliografía


CASTAÑON, JOSÉ MANUEL. «Las viudas abusadoras». En Los Cuadernos del Norte. Revista Cultural de la Caja de Ahorros de Asturias, Año VII, N° 938, de octubre de 1986. Consultado el 28 de febrero del 2025 en https://tinyurl.com/57zw4r6e 

ORTEGA, JULIO. «César Vallejo en tiempos de penuria». En canal de YouTube de la Biblioteca Nacional del Perú, 30 de Julio del 2020. Consultado el 28 de febrero del 2025 en https://tinyurl.com/2p6zudup 

SÁNCHEZ HERNANI, ENRIQUE. «En el nombre de Vallejo». En página web Letras.s5, 27 de febrero del 2025. Consultado el 28 de febrero del 2025 en https://tinyurl.com/3emfu3fz 

VALLEJO, GEORGETTE. Vallejo: ¡Allá ellos, allá ellos, allá ellos! Lima: Editorial Zalvac, 2012.

VARGAS LLOSA, MARIO. El pez en el agua. Memorias. Barcelona: Editorial Seix Barral, 1993.


viernes, 28 de febrero de 2025

CINCO VERSIONES DE UN INCIDENTE ENTRE GEORGETTE VALLEJO Y GERARDO DIEGO I

Sobre el incidente que hubo entre la viuda de César Vallejo, Georgette, y el poeta español Gerardo Diego, he encontrado cinco versiones directas o indirectas contadas por cinco escritores que difieren en sus detalles, entre ellas se encuentra la versión de la viuda protagonista del incidente en mención. 

En esta ocasión, me eximiré de comentar las versiones halladas (que podrían no ser todas seguramente) y me limitaré a dejar un registro de ellas para que el lector saque sus propias conclusiones. Esta forma de proceder, además, permitirá que este artículo, que se divide en dos partes, no se extienda demasiado.

Ordenaré las versiones mencionadas en orden cronológico ascendente por lo que corresponde citar primero a la protagonista del incidente: Georgette de Vallejo, quien relata lo siguiente en su libro Vallejo: ¡Allá ellos, allá ellos, allá ellos! (solo cuento con la versión digital de la primera reimpresión del libro hecha por la Universidad Alas Peruanas en el 2012, pero la primera edición impresa se publicó por la Editorial Zalvac en el año 1978):

Un día surgirá Gerardo Diego. Ha cruzado un océano para venir a leer en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos del Perú, unas cartas en las que Vallejo le pide dos veces un préstamo. La compañera de Vallejo, quien ha presentido al personaje, se ha colocado muy cerca del conferencista. Se levanta y avanzando hacia él le dice: «Aquí tiene usted su dinero». G. Diego rehúsa el sobre —él ha venido a dañar— y prosigue su lectura: «...Juan Larrea le dio a Vallejo para que lo copiara a máquina un manuscrito suyo, libro que tuvo mucha influencia sobre la obra de Vallejo”. Al proferir tal disparate, hasta su propia voz se ha hecho imperceptible como si, encogiéndose, el órgano vocal se hubiese estremecido de estupor y de vergüenza ante tal veneno. Dos veces rechazará G. D. el reembolso de la deuda de Vallejo: no ha venido sólo a dañar. Obedece además a un segundo cálculo. Va a entregar las cartas de Vallejo a su viejo amigo y cómplice Juan Larrea, quien las juntará con las suyas, constituyendo los archivos del Aula llamada Vallejo. En el momento en que Vallejo pide dichos préstamos, la editorial Ulises a quien las tres ediciones seguidas de RUSIA EN 1931 han salvado de la quiebra, no le ha pagado sus derechos de autor. ‘Ulises’ (así llamaremos al editor) aunque perfectamente enterado de la apremiante precariedad material en la que se debate el autor de RUSIA EN 1931, no los pagará… (2012: 66).

La segunda versión se encuentra en el artículo «Las viudas abusadoras», de José Manuel Castañón, publicado en Los Cuadernos del Norte. Revista Cultural de la Caja de Ahorros de Asturias, Año VII, N° 938, de octubre de 1986, del que cito el fragmento pertinente: 

… quiero anticipar que Gerardo Diego, hoy ya casi nonagenario y tan ausente a la diatriba de la agencia internacional AFP de Lima, que en momentos de angustia económica para César Vallejo, le prestó mil pesetas, lo que entonces no eran unas monedas, sino tres sueldos mensuales como profesor o mil soles en el Perú. El poeta Gerardo Diego que sólo contaba con su sueldo de profesor de literatura para vivir, se las prestó a Vallejo, porque le admiraba y sabía que necesitaba ese dinero para desplazar desde Madrid a París a Georgette. César le escribía lamentando no poder devolverle esa cantidad de mil pesetas e incluso le pedía otra cantidad más pequeña, que sí le devolvió. Esas cartas de Vallejo, hoy en su «Epistolario General», son las que leyó el poeta español en Lima, en algunos fragmentos, y no para ofender la memoria del poeta, sino para mostrar lo mucho que le admiraba desde que le dedicó para la segunda edición de «Trilce», el poema «Valle Vallejo».

[…] Georgette debía saber muy bien que esa cantidad que Gerardo prestó a su esposo, era para atender a sus gastos y, por tanto, más que armarle un escándalo tirando monedas de una cesta a la cara del poeta español, si tanto le torturaba la deuda que jamás soñó Gerardo reclamar aun siendo pobre, la viuda abusadora tenía que dejar de serlo y saludar con afecto al poeta español, quien había venido a dar conferencias a la América para ver si ganaba —así me lo confesó en una carta con ternura—, unos dinerillos para poder obsequiar un piano a una de sus hijas que se le casaba por entonces. Los poetas por grandes que sean no ganan como los cantantes, y Gerardo Diego aun dando recitales al piano, lo mismo. Dudo que haya podido comprar un piano a su hija (1986: 79) (véase: https://tinyurl.com/57zw4r6e).  

En la segunda parte de este artículo, veremos las otras tres versiones del incidente ocurrido entre Georgette Vallejo y Gerardo Diego. 

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Nota: La foto, al inicio de esta entrada, fue tomado de la siguiente dirección electrónica: https://tinyurl.com/26nm9mmy  



Bibliografía


CASTAÑON, JOSÉ MANUEL. «Las viudas abusadoras». En Los Cuadernos del Norte. Revista Cultural de la Caja de Ahorros de Asturias, Año VII, N° 938, de octubre de 1986. Consultado el 28 de febrero del 2025 en https://tinyurl.com/57zw4r6e 

ORTEGA, JULIO. «César Vallejo en tiempos de penuria». En canal de YouTube de la Biblioteca Nacional del Perú, 30 de Julio del 2020. Consultado el 28 de febrero del 2025 en https://tinyurl.com/2p6zudup 

SÁNCHEZ HERNANI, ENRIQUE. «En el nombre de Vallejo». En página web Letras.s5, 27 de febrero del 2025. Consultado el 28 de febrero del 2025 en https://tinyurl.com/3emfu3fz 

VALLEJO, GEORGETTE. Vallejo: ¡Allá ellos, allá ellos, allá ellos! Lima: Editorial Zalvac, 2012.

VARGAS LLOSA, MARIO. El pez en el agua. Memorias. Barcelona: Editorial Seix Barral, 1993.


viernes, 31 de enero de 2025

LAS BRUJAS DE CACHICHE Y LA MALDICIÓN DE LA PALMERA DE SIETE CABEZAS

Paz Vergara, Pamela Cueto

Lima: Editorial Septiembre, 2013


Este libro recoge una historia impresionante que una Mary Shelley peruana hubiera podido convertir en un clásico del terror seguramente. La sola imagen de una palmera de siete cabezas ya es de por sí impactante y solo comparable con lo que se ve en la mitología griega. 

Considero que la narradora ha construido un texto entretenido, a pesar de todo, y que provoca terminar de leer una vez iniciada la lectura. Es la historia de tres amigos (Anita, Vincho y el Gordo) que juegan a las carreras con sus respectivas bicicletas y un día deciden que el reto sería llegar a Cachiche, lugar prohibido por sus padres porque suceden cosas raras en esa zona (las brujas invocan al diablo en las noches de luna llena y las almas de los muertos vagan por sus calles).  

Se menciona el monumento que mandó construir Fernando León de Vivero a la muerte de la bruja buena Julia Nazaria Hernández Pecho viuda de Díaz, por haberlo curado de su tartamudez y haber pronosticado que sería presidente de la Cámara de Diputados cuando este tenía 15 años, lo cual se cumplió. Y aunque no se menciona en el libro, en la vida real el partido por el que postuló Fernando fue el Apra. 

Cuando la imagen de la bruja en el huarango cobró vida, les reprochó a los adolescentes por estar allí y les hizo un hechizo para que nadie más los viera, salvo el mismo Lucifer. También les dijo que dependerá de ellos sobrevivir a la noche de la cacería, la cual se refería al día en que las brujas pidieron ayuda al demonio para ver el futuro a cambio de la sangre de una de ellas. La bruja elegida como ofrenda huyó y por eso se desató la cacería. 

La bruja les contó esta historia pormenorizadamente y a medida que la contaba los adolescentes la veían realizarse. Estos, al sentirse en un momento en peligro, decidieron huir, pero Anita se había quedado fisgando el aquelarre y regresaron sus amigos por ella. La curiosidad de Anita los hizo retrasar su fuga. Se percataron que la bruja a sacrificar no quiso ser sacrificada y empezó a huir. Y luego imploró la bruja la ayuda de los hechiceros quienes se percataron que si se cumplía con ese sacrificio, el diablo probablemente cumpliría su palabra y eso no les convenía por lo que decidieron ayudarla.  Pronto, todo Cachiche se convirtió en un campo de batalla. Había bolas de fuego que iluminaban el cielo, y los hechiceros alargaban sus cuerpos hasta los diez metros. Estos además tenían bajo su dominio un gigantesco pulpo de tentáculos monstruosos que amenazaba con triturar a quien se le cruzara por delante.

Las brujas se sentían muy debilitadas y vencidas cuando invocaron la ayuda del diablo.  El pulpo atrapó a la bruja, el diablo la ayudó cortando el tentáculo que lo sujetaba con una lengua de fuego. Debilitado, el pulpo se fue solidificando, endureciendo y se convirtió en una especie de palmera de siete cabezas, con una seccionada y que quedó oculta en la tierra. La lucha continuó. Las brujas, pese a las vidas perdidas, no lograron lo que se propusieron por lo que dejaron aquella palmera de siete cabezas como recordatorio para los próximos tratos con el demonio. 

Como último encantamiento, los hechiceros se transformaron en raíces de huarango para renacer como árboles mágicos. Para asegurar las brujas el regreso de las que habían muerto en batalla, las sobrevivientes lanzaron una maldición: el día en que la séptima palmera reverdezca, Ica se hundirá en las aguas y la lucha entre brujas y hechiceros volverá a comenzar.    

Vincho tuvo un sueño sobre brujas y hechiceros, el mismo que tuvo Anita y el gordo, es decir, no soñaron realmente, sino lo vivieron. Cuando regresaron al pueblo, a ver la imagen de la bruja, Anita pensó que la V de la Victoria que hacía era absurda porque no habían conseguido lo que deseaban. 

Cito unos párrafos de la escena que propiciará más tarde la pelea entre los hechiceros y las brujas: 

El ir y venir inquieto de las brujas maleras —aquellas a las que la gente buscaba cuando quería hacer daño a otra persona— aumentaba en los muchachos el miedo, el que se convirtió en terror cuando descubrieron a Anita junto al caldero. En sus cabezas volvía a resonar la advertencia de Julia Nazaria: "Nadie podrá verlos, a menos que sea el mismísimo diablo", y era a él al que las brujas planeaban invocar. 

Corrieron sin hacer ruido, decididos a recoger a la curiosa y salir del pueblo antes de que apareciera el Maligno. Estaban cerca de lograrlo cuando uno de los troncos que ardía en la fogata reventó haciendo saltar chispas y avivando las llamas aún más. En ese momento, un lúgubre aullido retumbó en las cuatro esquinas de la plaza y una voz tétrica, que parecía salir de entre las flamas, anunció: 

—Tendrán lo que buscan, y a cambio me darán la vida de la más joven entre ustedes (2013: 24 y 25).

El libro forma parte de la colección Leyendas Tenebrosas del Perú que publicó QG Editores y el Grupo La República y cuenta con ilustraciones en blanco y negro acordes a la temática del texto; pero me he percatado que como es un libro con rasgos visibles de estar dirigidos a los jóvenes, algunos de estos no los compran o no los intercambian en un trueque de libros por esa razón (no sabría precisar en qué proporción de esa población ocurre eso porque no hay encuestas al respecto, pero sí sé que ocurre), a pesar de ser un título recomendable de leer. 

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Nota: La foto del libro al inicio de esta reseña fue tomada por Marco Antonio Román Encinas.


Bibliografía


PAZ VERGARA, PAMELA CUETO. Las brujas de Cachiche y la maldición de la palmera de siete cabezas. Lima: Editorial Septiembre, 2013.