En su libro Marginalia, Edgar Allan Poe explica su
inclinación por hacer anotaciones en los libros que leía. El escritor da a conocer ello en las siguientes líneas:
Al adquirir libros he procurado
siempre que tuvieran amplios márgenes, no tanto por amor a los bellos volúmenes
como por la facilidad que ofrecen para anotar allí los pensamientos que
sugieren, coincidencias y desacuerdos de opinión o breves comentarios críticos
en general. Si lo que debo anotar excede de los estrechos límites de un margen,
lo escribo en una tira de papel que coloco entre las páginas, cuidando de
fijarla con ayuda de una mínima cantidad de goma. (2004: 118).
Pero Poe era mucho más
que un mero precursor del pósit (del inglés Post-it,
marca registrada, según el Diccionario,
de la Real Academia Española: http://lema.rae.es/drae/?val=posit).
El creador de El cuervo señalaba,
además, que dicha actividad le proporcionaba «placer», y la definía del
siguiente modo:
Las anotaciones puramente
marginales, que no apuntan a la libreta de memorándums, tienen carácter propio,
y su claro propósito consiste en no tener propósito alguno; es esto lo que les
da valor. Su puesto se encuentra algo más arriba de los comentarios casuales y
desordenados de las charlas literarias, pues éstas no pasan con frecuencia de «charlas
por la charla misma», que brotan irreflexivamente de la boca. La marginalia, en cambio, nace de
apuntaciones deliberadas, porque la mente del lector desea descargarse de un pensamiento, por más petulante, tonto o
trivial que sea; de un pensamiento, sí, y no meramente de algo que hubiera
podido llegar a ser un pensamiento con el tiempo y bajo circunstancias más
favorables. En la marginalia, además,
nos hablamos a nosotros mismos, y, por tanto, lo hacemos con soltura, con
audacia, con originalidad, con abandonnément,
sin afectación… (2004: 119).
No obstante, Julio
Cortázar, el traductor de la obra, advierte que el libro de Poe no está
compuesto exclusivamente de anotaciones al margen:
Esta colección de fragmentos y
opiniones tiene un triple origen. Proviene en parte, como lo dice el autor, de
anotaciones al margen de sus libros; otros pasajes han sido desglosados de
reseñas y ensayos propios; otros, finalmente, son rápidos apuntes nacidos de
una frase o un verso que habían llamado la atención de Poe, y que esperaban
turno para incorporarse a algún trabajo extenso. (2004: 167).
Para Cortázar, además, no
todo lo recopilado en Marginalia es
valioso; no obstante, hay en ella, señala el escritor argentino, citando a
Shanks, «un apreciable número de fragmentos de primera fuerza, donde Poe se
revela en toda su agudeza y su sensibilidad». (2004: 167).
Una muestra de ello es la que ofrecemos a continuación:
XVII
En el cuento propiamente dicho —donde
no hay espacio para desarrollar caracteres o para una gran profusión y variedad
incidental—, la mera construcción se
requiere mucho más imperiosamente que en la novela. En esta última, una trama
defectuosa puede escapar a la observación, cosa que jamás ocurrirá en un
cuento. Empero, la mayoría de nuestros cuentistas desdeñan la distinción. Parecen
empezar sus relatos sin saber cómo van a terminar; y, por lo general, sus
finales —como otros tantos gobiernos de Trínculo—, parecen haber olvidado sus
comienzos. (2004: 130).
Una reflexión final:
sería interesante que se pudiera investigar cuánto sirvieron estas anotaciones
al margen a Edgar Allan Poe para afinar su capacidad de observación, desarrollar
su inteligencia lingüística y convertirlo en uno de los mejores escritores de
la literatura universal.
___________________
Nota: La
caricatura de Edgar Allan Poe, de Julio Ibarra, al inicio de esta entrada, se
obtuvo de la siguiente dirección electrónica: http://julioibarracaricaturas.blogspot.com/2010/03/el-cuervo_28.html#comment-form
Bibliografía
ALLAN
POE, Edgar. Marginalia. Obras completas. Tomo II. España: RBA
Coleccionables, 2004.
Muchísimas gracias por compartir la lectura.
ResponderBorrarFue un placer.
No hay de qué. Saludos.
ResponderBorrar