viernes, 29 de noviembre de 2019

COMO LEÍA BENJAMÍN FRANKLIN


En las páginas preliminares del primer tomo del libro Benjamín Franklin. Vida y pensamiento, se describe la relación del polígrafo estadounidense con los libros:

… Benjamín era sumamente aficionado a la lectura; todo el dinero que podía adquirir lo empleaba en libros, que leía con ansia, como también todos cuantos caían en sus manos. Entre los que más efecto produjeron en él, cita las vidas de Plutarco, obra que también Rousseau dice haber causado en su ánimo, cuando la leía en su infancia, una viva impresión. El mismo año, y tal vez en el mismo instante, estos dos hombres, de quienes tanto se había de hablar en el mundo, hacían su propia educación con la lectura, y admiraban a la par el mismo libro (2006: 13-15).

La relación de Franklin y Rousseau con Plutarco, y que es meramente lectural o libresca, se describe en las siguientes líneas:

… Rousseau, seis años más joven que Franklin, ha pretendido deber a Plutarco su ánimo libre y republicano, su carácter altivo e independiente; pero Rousseau había leído además muchas novelas, y él mismo les atribuye las nociones extravagantes y fabulosas sobre la vida humana que jamás dice con ingenuidad […]. Franklin, al contrario, leía con el Plutarco relaciones de viajes y escritos de teología polémica. Entre las obras que influyeron poderosamente en la dirección que dio a sus ideas, cita particularmente dos, la una intitulada Ensayo sobre los proyectos, por [Daniel]  Foe, autor del Robinson Crusoe, y la otra Ensayo sobre los medios de hacer bien, por el doctor Máther (2006: 15-16).

Su padre, al percatarse de «la pasión de Franklin» por «los libros», tomó   la siguiente decisión: «… hacerlo impresor, a pesar de que Jaime, otros de sus hermanos, ejercía ya esta profesión en Boston» (2006: 17).

Posteriormente, Franklin hizo un viaje a Inglaterra por motivo de negocios, y cuando regresó a Filadelfia, puso en práctica un original sistema de lectura en voz alta:

… había organizado una sociedad que se reunía todos los viernes por la noche, y en la cual cada miembro debía proponer por turno una o más cuestiones sobre algún punto de moral, de política o de filosofía natural, y leer una vez cada tres meses un ensayo original sobre el asunto que mejor le pareciese. Esta sociedad tomó grande incremento, fue la mejor escuela de filosofía y de política de toda la provincia, y subsistió por espacio de más de cuarenta años (2006: 29 y 30).

Si esto ya era impresionante, lo que hará a continuación lo es tanto o más:

… como los libros, entonces muy raros en América, eran frecuentemente citados en las discusiones, Franklin propuso reunir todos los que cada uno poseía y ponerlos a la disposición de los miembros de la sociedad. Las ventajas que resultaron de esta colección le sugirieron el plan de una biblioteca pública por suscripción, que fue su primer proyecto de utilidad general. «Había entonces, dice en sus Memorias, tan pocos lectores en Filadelfia, y la mayor parte éramos tan pobres, que, a pesar de todos mis conatos, me fue imposible hallar más de cincuenta personas, la mayor parte negociantes jóvenes, que consintiesen en pagar cuarenta chelines de entrada, y después solamente diez cada año para este establecimiento. Con este reducido fondo principiamos; se importaron los libros y se abrió la biblioteca una vez a la semana para prestar a los suscriptores los que fuesen de su gusto…» (2006: 30 y 32).

Los frutos que se obtuvieron por esta labor fueron muy grandes:

[Según las Memorias, de Franklin:] «… otros establecimientos iguales se formaron en las demás ciudades y provincias; las bibliotecas se aumentaron con donativos particulares; la lectura fue de moda, y el pueblo, no teniendo diversiones públicas que lo distrajesen del estudio, acabó por familiarizarse con los libros […]» «Estos establecimientos, dice en otra parte [Franklin], se han hecho considerables y se aumentan de día en día; han contribuido a hacer generalmente la conversación más instructiva, a derramar entre los mercaderes y las gentes del campo tantos conocimientos como ordinariamente poseen las gentes de la clase más instruida de los otros países, y aun tal vez han contribuido en algo a la vigorosa resistencia que todas las colonias americanas han opuesto a los ataques dirigidos contra sus derechos» (2006: 32 y 34).

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Nota: El Retrato de Benjamín Franklin (1767), de David Martín (1737-1797), al inicio de esta entrada, fue tomada de la siguiente dirección electrónica:  https://tinyurl.com/y2eely3e


Bibliografía

BRICEÑO POLO, Pedro Alberto. Benjamín Franklin. Vida y pensamiento I. Lima: Los Libros Más Pequeños del Mundo, 2006a.
_____. Benjamín Franklin. Vida y pensamiento II. Lima: Los Libros Más Pequeños del Mundo, 2006b.