domingo, 25 de julio de 2021

DIEZ MICRORRELATOS SOBRE «EL QUIJOTE» II

Estos son los cinco microrrelatos restantes que aluden intertextualmente al Quijote y que reúnen los requisitos mínimos de calidad literaria para integrarla. Y en este caso, como en el anterior, el orden de los microrrelatos no obedece a un criterio de mayor o menor mérito.

Los cuatro primeros proceden del artículo «El Quijote como mecanismo intertextual en el microrrelato», de Belén Mateos Blanco (véase: https://bit.ly/2SGWIas), publicado, como ya habíamos indicado, en la página web del Centro Virtual Cervantes (sede en internet del Instituto Cervantes); y el último procede del blog Aire Nuestro, del Club de Lectura de la Biblioteca Jorge Guillén del Instituto Cervantes de Milán. Y estos son los cinco microrrelatos restantes:

 

(6)    La cuarta salida

 

El profesor Souto, gracias a ciertos documentos procedentes del alcaná de Toledo, acaba de descubrir que el último capítulo de la Segunda Parte de El Quijote – «De cómo Don Quijote cayó malo, y del testamento que hizo y su muerte»- es una interpolación con la que un clérigo, por darle ejemplaridad a la novela, sustituyó buena parte del texto primitivo y su verdadero final. Pues hubo una cuarta salida del ingenioso hidalgo y caballero, en ella encontró al mago que enredaba sus asuntos, un antiguo soldado manco al que ayudaba un morisco instruido, y consiguió derrotarlos. Así, los molinos volvieron a ser gigantes, las ventas castillos y los rebaños ejércitos, y él, tras incontables hazañas, casó con doña Dulcinea del Toboso y fundó un linaje de caballeros andantes que hasta la fecha han ayudado a salvar al mundo de los embaidores, follones, malandrines e hipedutas que siguen pretendiendo imponernos su ominoso despotismo.

José María Merino (s/a: 321).

 

(7)    El otro Quijote

 

En realidad hubo dos Quijotes, aunque los críticos españoles no hayan querido aceptarlo. Quizá hubo una insuficiente lectura del texto, o bien les dio vergüenza aceptar que Cervantes, espíritu burlón, introdujera junto al personaje verdadero uno apócrifo. Porque es evidente que el don Quijote alojado en el palacio de los duques, el que rechaza con comedidas palabras el ofrecimiento de su persona que hace la doncella Altisidora y entretiene sus horas tañendo un laúd, no es el mismo que salió de su aldea manchega, lanza en ristre, con la sola compañía humana de su fiel escudero Sancho Panza. ¿Dónde se ha visto que un caballero español rechace a una damisela cortesana? Y esa afeminada musiquita del laúd, ¿tiene algo que ver con el abierto viento de la llanura, la rudeza de los bosques, la desolación de las aldeas, la poderosa humanidad de los campesinos españoles? No: algún cortesano se hizo pasar por don Quijote, para desconcierto de Sancho y burlona satisfacción del duque. El falso Quijote desaparece en el espacio exterior al palacio, y ciertamente no es él quien muere, consumido por la fiebre, después del triste regreso a la aldea.

David Lagmanovich (s/a: 322).

 

(8)    La metamorfosis, según Miguel de Cervantes

 

Aldea y páramo. Sol de ocaso. Padre e hijo están sentados en la linde del camino que conduce al cementerio. Sobre la tierra húmeda, los gusanos avanzan gracias a las contracciones de una capa muscular subcutánea.

HIJO: Padre.

PADRE: Dime.

HIJO (Alargando el brazo y señalando el horizonte): Mira aquel molino.

PADRE: ¿Dónde ves tú un molino?

HIJO: Allí.

PADRE: Aquello no es un molino, hijo.

HIJO: ¿Qué es, entonces?

PADRE: Un gigante.

HIJO: ¿Un gigante?

PADRE: No hay duda. Fíjate bien. Ahora está quieto, oteando el paisaje. Pero dentro de un momento se pondrá a caminar y a cada zancada avanzará una legua.

HIJO (Tras un intervalo de silencio): Padre.

PADRE: Dime.

HIJO (Con voz compungida): Yo no veo que sea un gigante.

PADRE: Pues lo es.

HIJO: ¿Un gigante con puertas y ventanas? ¿Un gigante con tejas y aspas?

PADRE: Un gigante.

HIJO (Tras una pausa): Padre.

PADRE: Dime.

HIJO: Yo solo veo un molino.

PADRE: ¿Cómo? ¿Un molino?

HIJO: Sí, un molino. El mismo de siempre.

PADRE (Con voz grave): Tomás.

HIJO: ¿Qué?

PADRE (Volviendo lentamente la cabeza y mirando en derechura a los ojos del hijo): Me preocupas.

Silencio. Padre e hijo permanecen inmóviles sin cambiar ya más palabras. Llega por fin la noche y la luna se enciende.

Javier Tomeo (s/a: 323 y 324).

 

(9)    En la ínsula prometida

 

—¡Abuelo! ¡El tío Rucio se volvió a comer el libro completo del Quijote de la Mancha!

—¡Válgame Dios! ¡Corre hijo y tráeme las pinzas! ¡Ya ves que luego vomita molinos y gigantes y hace todo un tiradero!

Alberto Paz (s/a: 326).

 

(10)       Razones son amores

 

Alonso Quijano, rechazado por la molinera de la aldea, decidió terminar sus días contra el molino de viento. Al verlo tan maltrecho el bueno de Sancho, que algo sabía de amores, le puso unas compresas al destartalado hidalgo, inventó la aventura de los gigantes y lo demás es historia conocida.

Juan Armando Epple (2018: párrs. 1 y 2).

 

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Nota: La ilustración de Don Quijote (1863), de Gustave Doré, al inicio de esta entrada, fue tomado de la siguiente dirección electrónica: https://bit.ly/3hZVoJw

 

 

Bibliografía

 

CORREA FIZ, Valeria. «El microrrelato de los viernes: dos microrrelatos quijotescos (parte II)». Blog Aire Nuestro. Club de Lectura de la Biblioteca Jorge Guillén del Instituto Cervantes de Milán. Consultado el 23 de julio del 2021 en  https://bit.ly/3kR24vc 

MATEOS BLANCO, Belén. «El Quijote como mecanismo intertextual en el microrrelato». En la página web del Centro Virtual Cervantes, s/a. Consultado el 29 de junio del 2021 en  https://bit.ly/2SGWIas