El folletín o novela
por entregas es una publicación impresa que en el siglo XIX logró desatar una
fiebre lectora en la gente de forma masiva. Hay dos anécdotas históricas que
dan cuenta del revuelo que este causaba en la sociedad europea y estadounidense
de aquel entonces.
La primera anécdota la tome
del libro Cómo fomentar la lectura en los
niños, de Paul Kropp, y quedó registrada en los siguientes términos:
Mucho antes de que las obras de
Charles Dickens quedaran momificadas en los programas de las escuelas de lengua
inglesa, fueron arrolladores éxitos populares. La mayoría fue publicada primero
por entregas —un capítulo por mes—, como una revista. Cuando La tienda de antigüedades (1841) llegó a
su entrega final, los lectores de todo el mundo estaban desesperados por
conocer el final. En la ciudad de Nueva York, se reunieron seis mil personas en
el muelle esperando al barco que transportaba el capítulo final, y algunas
hasta le gritaban a los marineros «¿Se muere la pequeña Nell?» (2002: 32).
La segunda anécdota la
tome del libro De cuando Vargas Llosa noqueó
a Gabo, de Luis Fernández Zaurín y quedó consignada de este modo:
Eugène Sue (París, 1804–ídem,
1857) fue un exitoso escritor francés de novelas por entregas que aparecían en
diversos periódicos de la capital. Sus más célebres eran Los misterios de París y El
judío errante.
Cuando el primero apareció en el
diario socialista Journal des Débats el
19 de julio de 1842, la polémica acompañó al libro por entregas pues realizaba
una visión de Francia muy peculiar. Pese a la polémica, el éxito fue asombroso
y las ventas del periódico se incrementaban día a día.
En aquel tiempo el académico
conde de Duchâtel era ministro de Estado. Entró una mañana con el diario en la
mano y muy excitado. Sus secretarios pensaban que algo terrible había sucedido
en la política francesa. Por la expresión de su rostro llegaron a pensar,
incluso, que había sido destituido del cargo. Entonces, Duchâtel exclamó:
—¿Sabéis lo que ha ocurrido? ¡La
loba ha muerto!
Todos respiraron tranquilos. La
loba era una de las protagonistas del folletín (2009: 181).
A propósito de esta
segunda anécdota, en su libro El
superhombre de masas, Umberto Eco ofrece detalles sobre Sue y su novela Los misterios de París que dan cuenta de
la modificación de hábitos y de algunos emprendimientos inspirados en tal
publicación:
… los gabinetes de lectura […]
alquilan los ejemplares del Journal des
Débats a razón de diez sueldos la media hora, los analfabetos […] piden a los porteros eruditos que les lean los
episodios de la novela, los enfermos […] esperan al final de la historia para
morirse, […] los juegos de la oca inspirados en los Misterios, […] las coplillas y canciones inspiradas en la Goualeuse
y en el Chrourineur, […] el abate Damourette […] funda un hospicio para
huérfanos movido por la lectura de la novela, el conde Portalis […] es nombrado
presidente de una colonia agrícola creada siguiendo el modelo de la granja de
Bouqueval descrita en la Tercera Parte de la obra, las condesas rusas que se
aventuran a emprender larguísimos viajes para obtener una reliquia de su ídolo…
(1995: 35).
Pero allí no queda
todo, y que conste que ya he omitido algunas de esas «delirantes manifestaciones
de éxito», como las llama el autor de El
nombre de la rosa, porque no quería dejar de mencionar estas otras dos.
Citando a Jean-Louis
Bory, Eco refiere lo siguiente: «Es innegable que Sue tiene una evidente
responsabilidad en la revolución de febrero de 1848. El mes de febrero del ’48
[sic] constituye la saturnal irresistible, a través del París de los Misterios, de los héroes de Sue…» (1995:
48 y 49).
Para el escritor
italiano esa «tesis resulta aceptable» (1995: 48), y presenta un argumento
contundente e irrefutable al respecto:
Viene a confirmar la hipótesis
según la cual la obra de Sue fue verdaderamente significativa para los
objetivos de la revolución, la promulgación en 1851 de la ley Riancey, que
gravaba con una tasa de cinco céntimos a los periódicos que incluyeran en sus
páginas una novela por entregas. Era un modo elegante de acabar con el
folletín, agente propagador de gérmenes sociales (y no afectaría sólo a Sue,
sino también a Dumas y a otros muchos) (1995: 53).
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Nota: El Retrato
de Eugène Sue, del pintor francés François-Gabriele Lépaulle, al
inicio de esta entrada, se obtuvo de la siguiente dirección electrónica:
http://www.eduardo-pc.es/la-novela-por-entregas-el-follet%C3%ADn/
Bibliografía
ECO,
Umberto. El superhombre de masas.
Retórica e ideología en la novela popular. Barcelona: Editorial Lumen,
1995.
FERNÁNDEZ
ZAURÍN, Luis. De cuando Vargas Llosa
noqueó a Gabo y otras 299 anécdotas literarias. Barcelona: Styria de
Ediciones y Publicaciones, 2009.
KROPP,
Paul. Cómo fomentar la lectura en los
niños. México: Selector, 2002.
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