Tratar este tema con
profundidad tomaría mucho tiempo y espacio. Por tal razón, solo hago una
anotación sobre el punto en esta entrada.
En la Universidad de
San Marcos, escuché narrar de dos profesores distintos una anécdota tomada del
libro La galaxia de Gutenberg, de
Marshall Mc Luhan, que me motivó a comprarlo.
Mc Luhan recuerda «un trabajo del profesor John Wilson, del Instituto Africano de la
Universidad de Londres», y señala que a las sociedades letradas no les resulta
fácil comprender por qué «los pueblos analfabetos no pueden ver en tres
dimensiones, o en perspectiva. Nosotros damos por supuesto que este es el modo
normal de visión, y que no se necesita entrenamiento alguno para ver
fotografías o películas» (1985: 50).
El erudito canadiense
reproduce la experiencia de Wilson (que ayuda a entender lo anteriormente
señalado) en tratar de enseñar a leer a los nativos empleando películas en los
siguientes términos:
La prueba siguiente fue muy, muy
interesante. Este hombre —el inspector de sanidad— hizo una película, en
«tempo» muy lento, de técnica muy lenta, sobre lo que se hace preciso en un
hogar ordinario de una aldea africana primitiva para la evacuación del agua
estancada —regatos [arroyo pequeño] de drenaje, recoger todas las latas vacías
y llevárselas lejos, etc.—. Proyectamos esta película ante un grupo de
indígenas y les preguntamos qué era lo que habían visto; respondieron que
habían visto un pollo, un gallo, y nosotros ¡no sabíamos que hubiese un gallo
alguno! Revisamos cuidadosamente todos los fotogramas, uno por uno, en busca
del gallo, y, ¡¿cómo no?!, durante un segundo, poco más o menos, un gallo
pasaba volando por una de las esquinas del encuadre. Alguien lo había asustado,
y el ave pasó volando por la derecha de la zona inferior de la escena. Esto es
todo lo que habían visto. Todo lo demás, que él había confiado que captarían de
la película, no lo habían captado, pero vieron algo que nosotros no sabíamos
que estuviese en ella hasta que la inspeccionamos minuciosamente. ¿Por qué?...
Desarrollamos toda clase de teorías. Quizá fuese el súbito movimiento del
pollo. Todo lo demás había sido filmado con una técnica lenta —gentes avanzando
despacio, recogiendo una lata, demostrando… y todo el resto—, y el ave era, al
parecer, la única realidad para ellos. […]
Bien, cuando continuamos
preguntándoles, habían visto un hombre, pero lo realmente interesante es que no
habían seguido la trama de la película; en realidad, como descubrimos más
tarde, no habían visto ningún encuadre en su conjunto, sino que los habían
inspeccionado en busca de detalles. Después supimos, por boca de un artista y
de un oftalmólogo, que un público sofisticado, un público acostumbrado a las
películas, enfoca la mirada en un punto un poco adelantado de la pantalla
plana, de modo a captar todo el encuadre. En este sentido, una foto es también
una convención. Primero ha de mirarse en su conjunto, y aquellas gentes no lo
habían hecho, al no estar acostumbradas a las fotos. Cuando se les ofreció una,
comenzaron a inspeccionarla, como hace el disco explorador de una cámara de
televisión, y la examinaron rápidamente. Al parecer, esto es lo que hace el ojo
no acostumbrado a las fotografías —explorarlas— y ellos no habían podido
explorar cada encuadre de la película antes que desapareciese, a pesar de la
lenta técnica en ella empleada (1985: 51 y 52).
Una explicación a este
fenómeno que complementa lo sostenido por el profesor Wilson al final de la
cita la encontramos en el siguiente pasaje:
El conocimiento del alfabeto da a
las personas el poder de enfocar la mirada un poco por delante de cualquier
imagen, de modo que la captan en su totalidad a un golpe de vista. Las gentes
analfabetas no han adquirido este hábito y no miran los objetos a nuestro modo.
Más bien exploran los objetos y las imágenes como hacemos nosotros con una
página impresa, trozo a trozo. Y así no tienen un punto de vista separado. Se
identifican plenamente con el objeto. Entran resueltamente en él. El ojo no se
usa en perspectiva, sino táctilmente,
por decirlo así (1985: 52).
Esta escena muestra que
la alfabetización y, por extensión, la lectura ayudan a desarrollar habilidades
en las personas de las que no siempre somos conscientes o, en ocasiones, no las
llegamos a percibir si no a través de una investigación o de hechos fortuitos relacionados
con el trabajo de campo.
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Nota: La imagen, al inicio de esta
entrada, se obtuvo de la siguiente dirección electrónica: http://goo.gl/WPSyK
Bibliografía
MC LUHAN,
Marshall. La galaxia de Gutenberg.
Barcelona: Editorial Planeta-De Agostini, 1985.
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