Aprender a identificar
en una obra los pasajes que encierran un mensaje con sentido completo sobre la
naturaleza humana, y que se pueden leer de manera independiente, es, como se
dice en el título de esta entrada, una forma sencilla de practicar la lectura.
Este ejercicio ayuda a
entrenar el ojo en detectarlos rápidamente. Cuando esto suceda, no olviden
subrayar la línea o líneas con el lápiz y apuntar en la última hoja en blanco de
su libro el número de página en que se encuentra. Así, si olvidan donde la vieron bastará con
revisar sus apuntes.
En una página web se
dice algo que es muy cierto: «Tal como sospechábamos: no todos aquellos que
citan frases de los maestros de la literatura o de la ciencia las han extraído
de las páginas originales. Algunos, por no decir la mayoría, se han valido de
los muchos diccionarios de citas que salen al mercado. No es ningún pecado,
sólo es la realidad» (ver: http://www.profes.net/varios/minisites/aprender/contficha.asp?id_contenido=315&cat=C%F3mo+usar+el+diccionario&seccion=).
En Lima, es usual ver
en las calles folletos en venta que contienen máximas y sentencias de los
grandes pensadores; pero estos con frecuencia no mencionan el libro de donde
extrajeron el fragmento ni la página o capítulo al que pertenece. Lo que nos
puede llevar a pensar que se trata de una recopilación de otras recopilaciones
y donde el riesgo de error y confusión es muy grande.
Por ello, mi
recomendación es que si se animan a ejercitarse en este pasatiempo, sería mejor
transcribir la cita encontrada en una ficha y tomar nota del nombre del autor, del título de
la obra, de la ciudad, la editorial, el año y el número de la página. Una cita
con toda esa información es más útil y confiable que aquellas que no la tienen,
pues uno puede corroborar si realmente lo dijo tal autor en tal obra, de tal edición,
de tal año y en tal página. Y si te llega a gustar esa práctica puedes armar un
pequeño diccionario de citas y pensamientos, y si es de autores peruanos, pues
mucho mejor.
Una cita extraída por
uno mismo tiene más posibilidades de ser recordada y te permite disfrutar de la
satisfacción personal que implica el saber que puedes confeccionar tu propia
antología de citas y el de poseer un tesoro de sabiduría que lo puedes emplear
para cualquier eventualidad e incluso cuestionarlas (como lo proponen en la web
profes.net. mencionada).
En esta labor uno tiene
que saber a qué libros recurrir porque hay textos en donde no vas a encontrar
un solo pensamiento. Lo ideal para este trabajo es revisar a los autores clásicos,
con ellos no hay pierde.
Esta forma de leer, sin
embargo, puede traer el inconveniente de distraer la atención del lector del
argumento y la trama de la historia. Por ello, es mejor practicarla tomando en
cuenta su significado con relación a la historia que se lee.
Acá les muestro algunos ejemplos de citas
extraídas del más grande dramaturgo de todos los tiempos: William Shakespeare.
Tal vez he exagerado en la precisión del dato, pero ello fue porque disfruté
mucho con la pesquisa realizada.
«El que padece de
vértigos se imagina que el mundo da vueltas a su alrededor».
(Lo dijo la viuda en La doma de la bravía. Madrid: Santillana
Ediciones Generales, 2003. [Trad. de Luis Astrana Marín], t. II, acto V, escena
II, p. 521).
«La propiedad de la
clemencia es que no sea forzada; cae como la dulce lluvia del cielo sobre el
llano que está por debajo de ella; es dos veces bendita: bendice al que la
concede y al que la recibe».
(Lo dijo Porcia en El mercader de Venecia. Madrid:
Santillana Ediciones Generales, 2003. [Trad. de Luis Astrana Marín], t. II, acto
IV, escena I, p. 157).
«¡Amigo! ¡No escondáis
el rostro bajo el sombrero! Entregad palabras al dolor, que la angustia que
enmudece susurra palabras al oído del roto corazón, hasta que lo mata del todo».
(Lo dijo Malcolm en Macbeth. Barcelona: Ediciones Castell,
1981 [trad. de Ramiro Pinilla], acto IV, escena III, p. 430).
«¡Lo justo y lo noble
nunca parece bien a los malos! Las almas despreciables sólo se alimentan de sí
mismas».
(Lo dijo el duque de
Albania en El rey Lear. Barcelona:
Ediciones Castell, 1981 [trad. de Ramiro Pinilla], acto IV, escena II, p. 347).
«A un espíritu noble le
agravian las ofrendas si no vienen respaldadas por el afecto».
(Lo dijo Ofelia en Hamlet. Barcelona: Ediciones Castell,
1981 [trad. de Ramiro Pinilla], acto III, escena I, p. 227).
«La malicia no descubre
su verdadero semblante hasta consumar su obra».
(Lo dijo Yago en Otelo. Barcelona: Ediciones Castell,
1981 [trad. de Enrique Chueca], acto II, escena I, p. 37).
«¡Los hombres son
algunas veces dueños de sus destinos! ¡La culpa… no es de nuestras estrellas,
sino de nosotros mismos, que consentimos en ser inferiores».
(Lo dijo Casio en Julio César. Madrid: Santillana
Ediciones Generales, 2003. [trad. de Luis Alberto Marín], t. I, acto I, escena
II, p. 480).
«El amor es humo
engendrado por el hálito de los suspiros. Si lo alientan, es chispeante fuego
en los ojos de los enamorados. Si lo contrarían, un mar nutrido con lágrimas de
amantes. ¿Qué otra cosa más? Cuerdísima locura, hiel que endulza y almíbar que
amarga».
(Lo dijo Romeo en La tragedia de Romeo y Julieta. Madrid: Santillana Ediciones Generales, 2003. [trad.
de Luis Alberto Marín], t. I, acto I, escena I, p. 275).
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Nota: La imagen al
inicio de esta entrada fue tomada de la siguiente dirección electrónica: http://en.wikipedia.org/wiki/File:William_shakespeare.jpg
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