Hace unos cuatro años atrás, caminando por los exteriores de la Universidad Católica de Lima, se me acercó un joven que pertenecía a una de esas instituciones que enseñan lectura rápida. Me dijo que, al término del curso (un mes), yo podría leer comprendiendo al cien por ciento un libro, incrementando, a la vez, mi velocidad de lectura.
No pude tomar en serio tal ofrecimiento porque, a mi parecer, no se ajustaba a la realidad. Leer a mayor velocidad toma años de práctica y no un mes, y comprender al cien por ciento un texto es más una aspiración que algo posible.
En la compilación de Blass Rivarola (ver bibliografía), encontré un artículo de Alberto Tauro titulado “Elogio del libro”, en el que se decía: “[El libro] nunca revela su total misterio a la primera inquisición, ni llegamos jamás a conocerlo enteramente… y de sus páginas emergen nuevos destellos cada vez que hundimos en ella una inquietante mirada” (2007: 38 y 39).
Pero hay más testimonios que terminan por desmoronar la propuesta de ese instituto. En 1975, Mario Vargas Llosa escribió La orgía perpetua. Flaubert y «Madame Bovary», un estudio exhaustivo de la novela del escritor francés. Antes de redactar este ensayo, Vargas Llosa había “leído la novela una media docena de veces de principio a fin” y también había “releído capítulos y episodios sueltos en muchas ocasiones”. En cada una de estas incursiones, él afirmaba: “siempre he tenido la sensación de descubrir aspectos secretos, detalles inéditos…” (1975: 18).
Es conocida también la afición del escritor mexicano Carlos Fuentes (autor de Aura) por el Quijote. Desde que cumplió los dieciséis lo relee todos los años. En una entrevista que le hizo la BBC el 10 de febrero del 2006, cuando le preguntaron si seguía con esa rutina, él contestó: “Todos los años y lo leo siempre como si fuera la primera vez. Siempre lo descubro de nuevo, descubro cosas que antes dije ¿por qué se me pasó esto? ¡Qué novedad!” (véase: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_4673000/4673610.stm).
Como se puede ver, sin un adecuado conocimiento de las posibilidades de nuestra mente y de cómo funciona, nos pueden dar gato por liebre. A propósito de ello, en una clase en la Universidad de Belgrano (Argentina) publicada bajo el título de “El libro”, Borges recordaba lo que, en uno de sus ensayos, Montaigne refería: “si él encuentra un pasaje difícil en un libro, lo deja; porque ve en la lectura una forma de felicidad” (1996: 169).
Cierro este artículo resumiendo las cinco formas de abordar un libro que menciona Silvia Adela Kohan en Disfrutar de la lectura.
“Hay diferentes maneras de leer, provenientes de la diversidad de contenidos y de las necesidades del lector, cada una corresponde a un nivel de experiencia lectora…, las siguientes, en su mayoría más apropiadas para un ensayo, un texto de estudio…,… también [son] útiles para una novela o un cuento y… pueden ser exclusivas o sucesivas:
1. Lectura informativa: Responde al propósito de informarse acerca del contenido de un libro. Consiste en examinar o inspeccionar de forma sistemática.
2. Lectura «de corrido»: (…) Consiste en realizar un repaso rápido y permite saber de qué clase de libro se trata para medir las ventajas y desventajas de pasar a la tercera etapa de lectura. Los pasos habituales de esta etapa son:
· Leer rápidamente el prólogo.
· Leer el índice de materias –si lo hay- y el índice general para hacerse una idea de la estructura y los contenidos del libro.
· Hojear el libro y detenerse en los subtítulos.
· Consultar los capítulos que llamaron nuestra atención en el índice.
3. Lectura detenida: … cuando se pasa de la mera información a la asimilación del material expuesto en el libro… se intenta comprender y profundizar y requiere un lector activo.
4. Lectura de control: Es una combinación de la lectura de corrido y la detenida, se hace con rapidez, pero deteniéndose y reflexionando ante los párrafos más complejos.
5. Lectura selectiva: … [sirve] para reforzar la idea general captada en una lectura anterior, encontrar nuevas significaciones, realizar un trabajo crítico. Corresponde a la profundización. Es la lectura especializada del lector crítico” (1999: 23 y 24).
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Nota: El dibujo de Borges fue tomado de la siguiente dirección electrónica: http://biblioteca.idict.villaclara.cu/UserFiles/Image/ARGENTINA/borges%20con%20libros.jpg
Bibliografía
ADELA KOHAN, Silvia. Disfrutar de la lectura. Barcelona: Plaza & Janés Editores, 1999.
BLASS RIVAROLA, Benjamín (comp.). Promoción del libro y la lectura: aproximaciones. Lima: Biblioteca Nacional del Perú, Fondo Editorial, 2007.
BORGES, Jorge Luis. Obras completas IV (1975 -1988). Barcelona: Emecé Editores, 1996.
VARGAS LLOSA, Mario. La orgía perpetua. Flaubert y «Madame Bovary». Barcelona: Editorial Seix Barral, 1975.
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