En la Historia de la filosofía (2007), de Julián Marías, se hace una
descripción de Aristóteles tan elocuente de sus atributos que asombran y parecen
referirse a un ser que pertenece al campo de la ficción, y más aún en estos
tiempos en que cada vez es más difícil encontrar hombres que siquiera se le
acerquen en saber y genio, pues vano es esperar que lo alcancen o superen.
Una biografía televisada
de su vida daba a conocer que lo llamaban «el lector» porque leía todo texto
escrito que se topara con sus manos. Lo que dice Marías sobre él da una idea
precisa de su voracidad lectora: «ha poseído todo el saber de su tiempo, y
donde ha puesto la mano ha dejado la huella única de su genialidad» (2007: 57).
Jacob Burckhart
menciona, en la Historia de la Cultura Griega II, que
era famosa la biblioteca de Aristóteles por reunir el «conocimiento de lo
alcanzado por sus precursores en todos los terrenos, de los sofistas y
filósofos como de los poetas», y, según Estrabón, estaría entre las primeras
que se instaló (2005: 375 y 376).
Jostein Gaarder precisa
una diferencia entre Platón y Aristóteles en El mundo de Sofía que puede ayudar a entender por qué en varios
aspectos el discípulo logró superar al maestro (lo que no quiere decir que no
cometiera equivocaciones en algunas de sus reflexiones): mientras Platón solo
usaba su inteligencia, Aristóteles usaba además sus sentidos.
Otra diferencia entre
ellos, también mencionada por Gaarder, se relacionaba con la forma en que
escribían: los escritos de Platón son los de «un poeta, un creador de mitos;
los […] de Aristóteles [en cambio] son áridos y minuciosos como una
enciclopedia. No obstante, se nota en mucho de lo que escribe que él se basa en
su estudio de la naturaleza» (1997: 128).
Lo último se debía a
que Aristóteles era «hijo de un reconocido médico y, por consiguiente
científico». A ello se debería también su preocupación por «la naturaleza viva»
que lo llevó a ser no solo «el último gran filósofo griego; [sino] también […]
el primer gran biólogo de Europa» (1997: 127).
Pero el valor del
conocimiento cuasi omnisciente del sabio griego radica en que no era un mero
recopilador de conocimientos, como lo sería un erudito, sino que era capaz de
procesar, sopesar, valorar y cuestionar el bagaje acumulado empleando su
inteligencia y sentidos, además de crear conocimiento nuevo a partir de ello de
un rango y peso sin parangón.
Marías describe mejor
la dimensión universal del pensamiento aristotélico (capaz de hacer avanzar no una, sino varias
ciencias al mismo tiempo) en las siguientes líneas:
Con Aristóteles, la filosofía
griega llega a su plena y entera madurez; hasta tal punto, que desde entonces
empezará su decadencia, y no volverá a alcanzar una altura semejante; ni
siquiera es capaz Grecia de conservar la metafísica aristotélica, sino que le
falta la comprensión para los problemas filosóficos en la dimensión profunda en
que los había planteado Aristóteles, y el pensamiento helénico se trivializa en
manos de las escuelas de moralistas que llenan las ciudades helénicas y luego
las del imperio romano.
Aristóteles es —con Platón— la
figura más grande de la filosofía griega, y aun tal vez de toda. Ha determinado
en mayor medida que ningún otro pensador los caminos que después de él había de
recorrer la filosofía. Ha sido el descubridor de un hondo estrato de las
cuestiones metafísicas; el forjador de muchos de los más importantes conceptos
que el intelecto humano maneja desde hace largos siglos para pensar el ser de
las cosas; el creador de la lógica como disciplina que se mantiene casi en los
límites que le dio Aristóteles, salvo dos o tres intentos geniales a lo largo
de toda la historia de la filosofía… (2007: 57).
La manera cómo
Aristóteles entiende la adquisición del conocimiento nos puede dar algunas
pistas sobre cómo es que funciona esta mente brillante. Para el estagirita, existen tres grados o
modos del saber: por las sensaciones, por la experiencia y por el arte o la
técnica.
1.
Por
las sensaciones: «suponen un ínfimo saber» porque no son privativas del hombre,
sino que «también los animales las tienen», corresponde a la capacidad de
obtener información a través de nuestros sentidos (la vista, el olfato, etc.) (2007:
60).
2.
Por
la experiencia (empeiría): es «un
conocimiento de familiaridad con las cosas, con cada cosa, de un modo inmediato
y concreto, que solo nos da lo individual. Por esto la empeiría no se puede enseñar; solo se puede poner a otro en
condiciones de adquirir esa misma experiencia» (2007: 60).
3.
Por
el arte o la técnica (thékne): «es un
saber hacer. El theknítes, el perito
o técnico, es el hombre que sabe hacer las cosas, sabe qué medios se han de
emplear para alcanzar los fines deseados. Pero el arte no nos da lo individual,
sino un cierto universal, una idea de las cosas; por esto se puede enseñar,
porque de lo universal se puede hablar, mientras que lo individual solo puede
verse o mostrarse. Es superior, pues, la tékhne
a la empeiría…» (2007: 60).
«Esta tékhne nos da el qué de las cosas, y aun su porqué;
pero solo conocemos algo plenamente cuando lo sabemos en sus causas y en
sus principios primeros» (2007: 60 y 61).
Para
Aristóteles, entonces, según Julián Marías, la técnica es superior a la
experiencia, aun cuando la segunda también sea necesaria. Pero no solo eso, la
verdadera sabiduría se manifiesta en aquel que es capaz de conocer algo en sus
causas y principios primeros; esto es, lo que las cosas son y por qué son; y
que, al mismo tiempo, posee la intuición y la episteme, entendida esta última como la ciencia, el saber demostrativo.
La manera de
leer del filósofo griego, pues, es la del theknítes,
de aquel que «sabe hacer las cosas» y «sabe qué medios se han de emplear
para alcanzar los fines deseados» (2007: 60); es decir, la del que ha desarrollado
en su más alto grado el arte de leer.
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Nota: El dibujo de Aristóteles, elaborado por Pablo Morales de los Ríos, al
inicio de esta entrada, se obtuvo de la siguiente dirección electrónica: https://goo.gl/dCqlQ3
Bibliografía
BURCKHARDT,
Jacob. Historia de la cultura griega II. Barcelona:
RBA Coleccionables, 2005.
GAARDER,
Jostein. El mundo de Sofía. Novela sobre
la historia de la filosofía. México: Editorial Patria, 1997.
MARÍAS, Julián. Historia de la filosofía. 29 ed.
Madrid: Revista de Occidente, 2007.