(4) La acusación de plagio
Aquí necesito
extenderme más para no dejar cabos sueltos. En el apartado «La ciencia que
había detrás del mayor (y único) éxito de Poe», del libro Érase una vez el
zorro y el erizo, escrito por Stephen Jay Gould, el geólogo, paleontólogo e
historiador de la ciencia estadounidense hace un informe minucioso de lo
ocurrido con
… un
pequeño manual aparentemente olvidable (y completamente olvidado) de 1839,
titulado The Conchologist’s First Book: or, A System of Testaceous
Malacology, Arranged Expressly for the Use of Schools [Primer libro del
conquiliólogo, o Sistema de malacología testácea, adaptado expresamente para su
uso en las escuelas] (2003: 195).
El manual en
mención que lleva el nombre de Edgar Allan Poe como autor fue su libro más
exitoso en ventas en vida y tuvo tres ediciones. Jay Gould explica de este modo
la acusación de plagio que padeció Poe a causa de dicho impreso:
… Thomas
Wyatt, un amigo de Poe, había publicado en 1838 un libro espléndido y caro
sobre conchas de moluscos, que se vendía al público a ocho dólares el ejemplar.
Las ventas, como era de prever, se hacían lentamente, y Wyatt quería publicar
una edición más reducida y más barata; especialmente desde que obtenía gran
parte de sus ingresos como conferenciante viajero en la versión de su
generación de lo que más tarde se llamaría «circuito de Chautauqua», sirviendo
a las gentes locales ávidas de educación: los ateneos, clubes de historia
natural y círculos de lecturas para señoras de los pueblos aislados de Estados
Unidos. Los conferenciantes recibían emolumentos por estos minicursos, pero
también complementaban sus ingresos vendiendo textos y folletos que acompañaban
sus conferencias (de la misma manera que los músicos modernos venden sus discos
compactos en los descansos entre las actuaciones de unos y otros grupos en los
cafés) (2003: 195-196).
Sin embargo, el
tema no dependía solo de Wyatt, sino también de sus editores como lo veremos a
continuación:
Sin
embargo, los editores de Wyatt se opusieron de forma comprensible, expresando
una preocupación razonable: que entonces su edición de lujo sería absolutamente
invendible. Wyatt, que seguía queriendo realizar su objetivo pero temía una
acción legal si publicaba la versión más reducida bajo su propio nombre, buscó
una presencia sustitutoria que difícilmente fuera a provocar un litigio (2003:
198).
La seriedad del
trabajo de Jay Gould sobre este tema se percibe claramente en la siguiente
afirmación: «Revisé todas las biografías estándar cuando escribí mi artículo
original sobre el mayor éxito de Poe» (2003: 198) y también en el hecho de examinar los argumentos vertidos por las
partes en favor y en contra del caso y cotejarlos con la realidad. Y su juicio
al respecto es sereno, desapasionado y riguroso. Su indagación continúa así:
… The
Conchologist’s First Book empieza con un «Prefacio» de dos páginas y no
tengo razones para dudar de la afirmación de Poe de que escribió por entero
esta parte. Sigue una «Introducción» de cuatro páginas… y aquí empiezan los
problemas. Poe expropió gran parte de este texto de la cuarta edición (1836) de
un libro inglés del capitán Thomas Brown, titulado The Conchologist’s
Text-Book [Manual del conquiliólogo]. Algunos biógrafos han asegurado
que toda la «Introducción» de Poe es una paráfrasis, si no una copia directa,
del libro de Brown. (F. T. Zumbach, por ejemplo, escribe que Poe «copió de
Brown casi palabra por palabra»). En realidad, de mi propia comparación entre
los dos libros, sólo tres párrafos (aproximadamente la cuarta parte del texto)
muestran «préstamos» extensos. (Poe no obtiene ninguna exoneración por ello,
pues el plagio, como el embarazo, no aumenta en gravedad por grados: pasado un
punto de definición, uno lo hizo o no lo hizo, y es seguro que Poe lo hizo). La
trama se hace más densa con la sección siguiente, de doce láminas. Las cuatro
primeras, que ilustran las partes de la concha, son plagiadas in toto,
punto por punto y texto por texto, de Brown. No caben aquí quejas, fingimientos
o excusas: fueron lisa y llanamente robadas. Las ocho láminas que siguen, que
ilustran los géneros de conchas en orden taxonómico, siguen a Brown en el
modelo inverso más interesante, es decir, la última lámina de Brown es la
primera de Poe (con considerable redistribución, reorientación y cambios de
posición de cada una de las figuras), y a continuación vamos subiendo a través
de Poe, y bajando a través de Brown, hasta que la última lámina de Poe
reproduce en gran parte la primera de Brown (2003: 199).
Hay algunos
detalles adicionales al respecto que es necesario consignar para que no se
malentienda el asunto:
El
libro de Brown sigue el plan pedagógico del gran naturalista francés Lamarck,
quien siempre presentaba sus estudios en el orden de una «cadena del ser», pero
de arriba abajo, en lugar de la dirección más convencional de abajo arriba. Es
decir, Lamarck empezaba con las personas y terminaba con las amebas, en lugar
de hacerlo al revés, como es usual. Brown había seguido a Lamarck y por lo
tanto empezó con los moluscos más «avanzados», pero Poe y Wyatt obedecieron la
convención usual y empezaron con los más «primitivos»: de ahí el orden inverso
de las láminas (2003: 199).
Y ahora viene el
plato fuerte:
Las
acusaciones de plagio aparecieron en un artículo de 1847 en el Saturday
Evening Post de Filadelfia. Con frecuencia se ha citado la respuesta de Poe,
pero nunca ha sido tomada en serio. Creo, sin embargo (a pesar de una cierta
autocompasión malsana y de tonterías exculpatorias), que Poe hizo una
declaración básicamente razonable, y que los detalles de su defensa nos pueden
ayudar a resolver todos los enigmas de este caso antiguo y molesto. En
particular, podemos empezar a comprender por qué Poe, a pesar de su absoluta
ignorancia de la historia natural, obtuvo la aprobación como reconfigurador de
Wyatt; y, más importante y sorprendente, por qué Poe (a pesar del plagio
indudable que nadie debería intentar disculpar) hizo en realidad una
contribución bastante respetable y original a la ciencia, o al menos a la
enseñanza, de la malacología (el estudio de almejas, caracoles y sus
parientes). Éste es el punto clave que requiere la importación de un hecho pequeño
y divertido de la historia de la ciencia, un aspecto que los críticos literarios
nunca descubrieron, lo que explica su incapacidad en comprender el papel
honorable de Poe (y su consiguiente desconcierto ante sus culpabilidades
evidentes) (2003: 199 y 200).
Jay Gould también
registra en esta investigación la respuesta que da Poe a este tema y la
acusación de plagio:
Lo
que usted me dice sobre la acusación de plagio que hace el Phil. Sat. Ev.
Post me sorprende. Es la primera vez que lo oigo … Haga el favor de hacerme
saber cuantos detalles pueda usted recordar, pues he de investigar la
acusación. ¿Quién edita el periódico? ¿Quién lo publica?, etc., etc. ¿Cuándo se
hizo la acusación? Le aseguro a usted que es totalmente falsa. En 1840 [aquí
Poe se equivoca en un año] publiqué un libro con este título, The
Conchologist’s First Book… Imagino que éste es el libro en cuestión. Lo
escribí junto con el profesor Thomas Wyatt y el profesor McMurtrie de
F[iladelfia]; se le puso mi nombre por ser más conocido y tener más
probabilidades de ayudar a su circulación. Escribí el Prefacio y la
Introducción, y traduje de Cuvier las descripciones de los animales, etc. Todos
los libros escolares se hacen necesariamente de la misma manera. La misma
portada reconoce que los animales se describen «según Cuvier». Esta acusación es
infame y entablaré juicio por ella, tan pronto como liquide mis cuentas con el
Mirror (2003: 200).
El paleontólogo
estadounidense hace el siguiente comentario sobre lo escrito por Poe a su
amigo:
Adviértanse
ahora los cuatro puntos que Poe plantea aquí como explicación y excusa:
primero, que la obra fue compuesta por un comité, aunque la portada llevaba
únicamente el nombre de Poe; segundo, que escribió el «Prefacio» y la
«Introducción»; tercero, que también «tradujo de Cuvier las descripciones de
los animales»; y cuarto, que «todos los libros escolares se hacen
necesariamente de la misma manera», lo que presumiblemente significaba que los
«préstamos» de obras previas deben considerarse como de rigueur (pues
Poe añade después que la portada anuncia explícitamente una descripción de los
animales «según Cuvier»).
No
voy a defender la importancia del «préstamo» en el punto cuatro; a buen seguro,
está más allá de cualquier límite permisible, tanto entonces como en nuestros
días, y cae dentro del ámbito de lo que sólo se puede calificar de plagio (el
consorcio de Poe no menciona nunca el nombre de su fuente principal, el pobre
capitán Brown). Tampoco puedo estar completamente de acuerdo con la última
afirmación del punto dos, porque Poe expropió al menos una cuarta parte de la
«Introducción» de Brown (aunque creo que sí que escribió por entero el
«Prefacio», las dos páginas del mismo) (2003: 200).
Y más allá de lo
incuestionable que resulta el plagio en que incurrió Poe en el libro en
mención, según lo señalado hasta el momento por Jay Gould, el también geólogo
reconoce en el escritor estadounidense un aporte suyo a la ciencia:
En otras palabras, y como conclusión, creo que Poe hizo exactamente lo que dijo, y que ninguna otra persona en el grupo de Wyatt podía haber consumado este importante proyecto. Poe tradujo las descripciones de las partes blandas de los moluscos del francés de Cuvier, y después unió esta información con las descripciones tradicionales de las conchas. Así, The Conchologist’s First Book presentó una reforma educativa importante y ampliamente deseada, al unir por vez primera en un libro popular inglés las conchas de los moluscos con los cuerpos que éstas albergan en su interior y que son responsables de las elegantes construcciones… ¡una innovación que bien merecía una o dos reimpresiones! Y Edgar Allan Poe desempeñó un papel fundamental, absolutamente esencial (dados los contactos y recursos limitados de Wyatt) para completar con éxito dicha reforma. Así, Poe sirvió bien a la ciencia porque poseía la habilidad humanista de ser conocedor del francés.
Y una vez más resalta la genialidad de Poe porque aun navegando en terreno desconocido para él su gran capacidad de observación le permite hacer aportes a la ciencia.
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Nota: La caricatura de Edgar Allan Poe, del artista inglés Adrian Teal, al inicio
de esta entrada, fue tomada de la siguiente dirección electrónica: https://tinyurl.com/5pk9mrtc
ALLAN POE, EDGAR. Narración de Arthur Gordon Pym. Barcelona:
Libros del Zorro Rojo, 2015.
CULTURA COLECTVA. «El tétrico caso de la menor en la que se inspiró
‘Lolita’ de Vladimir Nabokov». En página web de Cultura Colectiva, 16 de
enero del 2023. Consultado el 29 de octubre del 2024 en https://tinyurl.com/4n3mp3j9
JAY GOULD, STEPHEN. «La ciencia que había detrás del
mayor (y único) éxito de Poe». En Érase una vez el zorro y el erizo. Barcelona:
Crítica, 2003.
LLÁCER LLORCA,
EUSEBIO V.; OLIVARES PARDO, M.ª AMPARO; y ESTÉVEZ FUERTES, NICOLÁS. Una Mirada Retrospectiva sobre Edgar Allan Poe desde
el siglo XXI. Switzerland: Peter
Lang AG, International Academic Publishers, Bern, 2011.
MARTÍNEZ, MERCHE. «Edgar Allan Poe o las casualidades
de la vida». En página web Cultugrafía, s/f. Consultado el 29 de octubre
del 2024 en https://tinyurl.com/bda4f4c3
NABOKOV, VLADIMIR. Lolita. Barcelona: Editorial
Anagrama, 2018.
PÉREZ PORTO, JULIÁN Y MERINO, MARÍA. «Serendipia. Qué
es, definición, historia y en la literatura». En página web Definición.de,
15 de abril de 2024. Consultado el 29 de octubre del 2024 en https://tinyurl.com/36bj4w2t
PIÑON, MANU. «La verdadera 'Lolita' por fin es la protagonista de su
historia». En página web de
revista Vanity Fair, 30 de septiembre de 2018. Consultado el 29
de octubre del 2024 en https://tinyurl.com/y2aarpup
VEGA, GEORGINA. «Canibalismo: el caso del velero
Mignonette». En página web de revista Muy Interesante, 29 de marzo del
2023. Consultado el 29 de octubre del 2024 en https://tinyurl.com/yfhsfc6j