viernes, 29 de agosto de 2014

LA FIEBRE LECTORA DESATADA POR EL FOLLETÍN


El folletín o novela por entregas es una publicación impresa que en el siglo XIX logró desatar una fiebre lectora en la gente de forma masiva. Hay dos anécdotas históricas que dan cuenta del revuelo que este causaba en la sociedad europea y estadounidense de aquel entonces.

La primera anécdota la tome del libro Cómo fomentar la lectura en los niños, de Paul Kropp, y quedó registrada en los siguientes términos:

Mucho antes de que las obras de Charles Dickens quedaran momificadas en los programas de las escuelas de lengua inglesa, fueron arrolladores éxitos populares. La mayoría fue publicada primero por entregas —un capítulo por mes—, como una revista. Cuando La tienda de antigüedades (1841) llegó a su entrega final, los lectores de todo el mundo estaban desesperados por conocer el final. En la ciudad de Nueva York, se reunieron seis mil personas en el muelle esperando al barco que transportaba el capítulo final, y algunas hasta le gritaban a los marineros «¿Se muere la pequeña Nell?» (2002: 32).

La segunda anécdota la tome del libro De cuando Vargas Llosa noqueó a Gabo, de Luis Fernández Zaurín y quedó consignada de este modo:

Eugène Sue (París, 1804–ídem, 1857) fue un exitoso escritor francés de novelas por entregas que aparecían en diversos periódicos de la capital. Sus más célebres eran Los misterios de París y El judío errante.

Cuando el primero apareció en el diario socialista Journal des Débats el 19 de julio de 1842, la polémica acompañó al libro por entregas pues realizaba una visión de Francia muy peculiar. Pese a la polémica, el éxito fue asombroso y las ventas del periódico se incrementaban día a día.

En aquel tiempo el académico conde de Duchâtel era ministro de Estado. Entró una mañana con el diario en la mano y muy excitado. Sus secretarios pensaban que algo terrible había sucedido en la política francesa. Por la expresión de su rostro llegaron a pensar, incluso, que había sido destituido del cargo. Entonces, Duchâtel exclamó:

—¿Sabéis lo que ha ocurrido? ¡La loba ha muerto!

Todos respiraron tranquilos. La loba era una de las protagonistas del folletín (2009: 181).   

A propósito de esta segunda anécdota, en su libro El superhombre de masas, Umberto Eco ofrece detalles sobre Sue y su novela Los misterios de París que dan cuenta de la modificación de hábitos y de algunos emprendimientos inspirados en tal publicación:

… los gabinetes de lectura […] alquilan los ejemplares del Journal des Débats a razón de diez sueldos la media hora, los analfabetos […] piden a los porteros eruditos que les lean los episodios de la novela, los enfermos […] esperan al final de la historia para morirse, […] los juegos de la oca inspirados en los Misterios, […] las coplillas y canciones inspiradas en la Goualeuse y en el Chrourineur, […] el abate Damourette […] funda un hospicio para huérfanos movido por la lectura de la novela, el conde Portalis […] es nombrado presidente de una colonia agrícola creada siguiendo el modelo de la granja de Bouqueval descrita en la Tercera Parte de la obra, las condesas rusas que se aventuran a emprender larguísimos viajes para obtener una reliquia de su ídolo… (1995: 35).

Pero allí no queda todo, y que conste que ya he omitido algunas de esas «delirantes manifestaciones de éxito», como las llama el autor de El nombre de la rosa, porque no quería dejar de mencionar estas otras dos.

Citando a Jean-Louis Bory, Eco refiere lo siguiente: «Es innegable que Sue tiene una evidente responsabilidad en la revolución de febrero de 1848. El mes de febrero del ’48 [sic] constituye la saturnal irresistible, a través del París de los Misterios, de los héroes de Sue…» (1995: 48 y 49).

Para el escritor italiano esa «tesis resulta aceptable» (1995: 48), y presenta un argumento contundente e irrefutable al respecto:

Viene a confirmar la hipótesis según la cual la obra de Sue fue verdaderamente significativa para los objetivos de la revolución, la promulgación en 1851 de la ley Riancey, que gravaba con una tasa de cinco céntimos a los periódicos que incluyeran en sus páginas una novela por entregas. Era un modo elegante de acabar con el folletín, agente propagador de gérmenes sociales (y no afectaría sólo a Sue, sino también a Dumas y a otros muchos) (1995: 53).

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Nota: El Retrato de Eugène Sue, del pintor francés François-Gabriele Lépaulle, al inicio de esta entrada, se obtuvo de la siguiente dirección electrónica: http://www.eduardo-pc.es/la-novela-por-entregas-el-follet%C3%ADn/

 

Bibliografía


ECO, Umberto. El superhombre de masas. Retórica e ideología en la novela popular. Barcelona: Editorial Lumen, 1995.

FERNÁNDEZ ZAURÍN, Luis. De cuando Vargas Llosa noqueó a Gabo y otras 299 anécdotas literarias. Barcelona: Styria de Ediciones y Publicaciones, 2009.

KROPP, Paul. Cómo fomentar la lectura en los niños. México: Selector, 2002.