domingo, 29 de julio de 2012

EL DELFÍN. LA HISTORIA DE UN SOÑADOR



BAMBARÉN, Sergio
Barcelona: Ediciones B, 1998

Quería iniciar esta reseña haciendo una reflexión. No se deberían descalificar los libros de autoayuda sin que haya una razón valedera y debidamente sustentada de por medio. Una vez escuché a un escritor de prestigio hablar en un taller de lectura crítica sobre este tipo de impresos, mencionando que ellos, según algunas investigaciones hechas al respecto, refieren lo que uno espera o ya sabe. Sin embargo, pienso que el común de las personas no es un escritor renombrado y, en consecuencia, lo que es sabido y obvio para alguien que ostenta esas credenciales, no lo es, o no lo es tanto, para el común de la gente. En consideración a ello, su crítica no tenía razón de ser; y esto con mayor razón aún cuando los libros de autoayuda no están dirigidos a los escritores renombrados, sino al común de la gente.
La obra de Sergio Bambarén, publicada por primera vez en 1996, consta de tres partes y un epílogo, que parece, y en cierta forma lo es, de autoayuda. Un título alternativo a esta novela, se me ocurre, podría ser Cómo lograr tus sueños y darle un sentido a tu existencia, porque es lo que busca lograr esta historia.
La trama es sencilla. En la primera parte, Daniel Alejandro Delfín es un delfín (redundancia necesaria para los lectores que no han leído el libro) que tiene un sueño: encontrar la ola perfecta que lo lleve a encontrar el sentido de su existencia. Sus amigos lo disuaden de dedicar sus horas libres a perseguir su sueño, pero él no ceja en su empeño. Así, inicia su viaje.
En un momento determinado decide irse de su isla en busca de la ola perfecta. Es el mar el que hablará con él y lo guiará en su empresa. Esto ocurre cuando se dirigía de nuevo hacia la laguna, entonces escuchó una voz que le decía: «Llega un momento en la vida / en que uno no puede / sino seguir su propio camino. / Es el momento de perseguir los sueños, / de defender los principios / en los que se cree» (p. 21).
Algunos de los habitantes del mar también lo ayudarán en la consecución de su empresa; esto ocurre en la segunda parte de la historia. La ballena jorobada, el primer animal con el que se topa después de salir de su isla, le dice, por ejemplo: «No se trata solo de alcanzar tu meta; la odisea que has emprendido te mostrará el significado de la ola perfecta y cómo hallarla»; pero también le aconseja: «—Desconfía de un ser llamado hombre» (p. 39).
Después de un mes de travesía, se encuentra con el pejesol. Este le cuenta su sueño: quiere lograr tocar el sol. Daniel cree que nunca lo logrará, pero este le responde algo que todos deberíamos poner en práctica en nuestras vidas: «—Entonces moriré tratando de hacer realidad mi sueño… En cualquier caso, es mejor que morir sin haberlo intentado…». El pejesol no solo le regala este mensaje, sino que también le indica que busque la ola perfecta en el «oeste» (p. 45).
Así, mientras se dirigía hacia el lugar señalado, se encuentra con un tiburón; Daniel conversa con él, no le teme. El escualo le contó que fue un soñador de joven, pero ya no lo era. Daniel le pidió recordar su sueño, lo animó con estas palabras: «—Cuando deseas algo con todo tu corazón…, nada puede impedir que lo consigas, salvo tus temores» (p. 48). El tiburón se comprometió a volver a soñar. También le mencionó que había visto en el oeste formarse «un gran oleaje» y que quizá allí podría encontrar la ola que andaba buscando (p. 51).
El último animal en ayudar a Daniel fue el viejo delfín. Este le comentó, bañado en lágrimas, que después de muchos años veía cumplido su sueño: conocer a un joven delfín que le hiciese recordar la época en que él era un soñador, «para advertirle que bajo ningún concepto debía desperdiciar la oportunidad de su vida y para ayudarle a hacer realidad su sueño». Y ante la pregunta de Daniel de cómo iba a ayudarlo, el viejo delfín respondió: «—Vengo del oeste… y he visto formarse una ola perfecta. Te deslizarás sobre ella, y ella te mostrará el auténtico objeto de tu vida» (p. 55).
En la última parte del libro (la tercera), Daniel encuentra la ola perfecta y con ella, el sentido de su existencia [junto con dos surfistas hombre, lo que habla bien de Daniel, quien no se deja llevar por la idea generalizada de que todos los hombres son malos, como le pudo haber hecho creer la ballena jorobada al pedirle que desconfiara del hombre]: vivir una vida plena y dichosa persiguiendo sus sueños.
Luego de ello, Daniel decide regresar a su isla «y compartir con ellos la verdad que había descubierto» (p. 74). Su propósito tuvo éxito, los otros delfines volvieron a recordar sus sueños y salieron al arrecife a cumplirlos.
Una revolución se había producido. «Había comenzado una nueva era de esperanza» (p. 83). Un detalle final del epílogo del libro es muy elocuente acerca de la revolución obrada por Daniel: Miguel Benjamín Delfín, su incrédulo amigo, también había recobrado su sueño y lo perseguía con la misma vehemencia que Daniel. Y, como el protagonista, también empezó a escuchar la voz del mar que lo guiaba [«Llega un momento en la vida / en que uno no puede / sino seguir su propio camino…» (p.88)], señal de que la historia se repetiría, al igual que con los otros delfines, y Miguel vería sus sueños hacerse realidad.
Una narración, como ya señalamos, sencilla, y hasta sobria, pero bien contada, con frases cargadas de buen sentido que alientan al lector a luchar en lo que cree sin desmayar y que pueden ayudar a construir un mundo mejor.
 Libro muy recomendable para los neolectores.
 

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Nota: La historia de la película, dirigida por Eduardo Schuldt, que lleva el mismo título y fue estrenada en el 2009, difiere de la versión escrita, le agrega nuevos personajes y situaciones graciosas para hacer más entretenido el filme, pero respeta la línea argumental de la novela.